Las anjanas son seres de leyendas míticas europeas que descienden de las janas, el nombre que se refería a las hechiceras en la Edad Media. Son las ninfas y hadas en la mitología cántabra, de España.
Se las conoce también como xanes, insanas, xinsanes e ijianas.
Son bellas, buenas y generosas, protegen a las gentes y a los animales.
Viven en cuevas con suelos de oro y paredes de plata, y acumulan tesoros que luego entregan a la gente que los necesita.
Miden medio metro y sus cabellos son largos y finos, a veces trenzados. Se adornan con flores y colores y pueden llevar una cruz roja en la frente. A veces se las pinta con un báculo o un largo bastón mágico.
Son capaces de crear elixires y pociones de curación que entregan a los enfermos.
La leyenda de la cascada del río Asón
Hubo una vez dos hermanas anjanas que vivían en una cueva. Una de las anjanas tenía el cabello dorado y la otra plateado. La anjana con el cabello plateado era muy traviesa y molestaba a todos los vecinos con travesuras.
La anjana del cabello dorado, cansada de ver a su hermana molestar a todos los vecinos, decidió darle un escarmiento y la llevó hasta el nacimiento del río y allí la sumergió transformándola en roca. Era una noche nueva, así que no pudo ver la larga cabellera de su hermana colgando desde la cueva.
La cabellera de plata de la anjana flotaba en el aire y el agua que antes descendía por el candil, comenzó a deslizarse por su larga cabellera mojándolos y peinándolos.
Pasó el tiempo y la hermana pensó que su hermana de cabellos plateados habría aprendido la lección, así que decidió sacarla, pero no recordaba las palabras mágicas para liberarla del hechizo y no podía volver a transformarla en anjana.
Por eso, desde entonces, desde lo alto de Cailagua, cae una hermosa cascada que salpica a todos los que pasan cerca.
