El Golem es una extraña criatura de barro parte de la cultura judía. La leyenda surge en la edad media, en Praga.
Cuenta la leyenda que en el siglo XVI, durante el reinado de Rodolfo II, Judá
Leví ben Betzalel, conocido como el rabino Löw, tubo un sueño en el que se le ordenaba crear un ser de barro y se le daba las instrucciones para conseguirlo.
El rabino Löw acudió con otros dos rabinos y tres hombres a la orilla del río Moldava, y con barro, crearon un hombre
tumbado. Dibujaron sus brazos, sus piernas y su rostro. Luego, los tres rabinos presentes, dieron siete vueltas alrededor del muñeco de barro mientras recitaban encantamientos. Poco a poco la figura cambió de color, como si ardiera y el barro se fuera cociendo. Cuando se enfrió, el rabino Löw volvió a rodear siete veces a la criatura mientras sostenía una Torá en sus manos.
Tras esto, la leyenda cuenta que los tres rabinos recitaron un versículo del Génesis:
«Entonces formó Yahvé Elohim al hombre del polvo del suelo, e insuflando en sus narices aliento de vida, quedó constituido el hombre como alma viviente».
Por último, Rabbí Löw escribió en la frente del gólem la palabra emet, que significa verdad en hebreo, y así el gólem cobró vida.
En ese tiempo se celebraba un juicio por un niño desaparecido, y Löw pidió a la extraña criatura que encontrara a aquel niño, y el golpem la encontró, apareciendo con ella en brazos justo en el juicio. El niño declaró que su padre le había obligado a esconderse para culpar a los judíos, y así, aquella comunidad judía pudo salvarse en aquella ocasión.
Pero la leyenda no termina aquí. El golem continuó creciendo y creciendo, al poco tiempo se convirtió en un ser violento e incontrolable. Asesinó a varias personas no judías y sembró el pánico por la ciudad. El rabino Löw, viendo esta situación, llevó al golpem al ático de la sinagoga de Praga, y cambió la palabra de su frente, eliminando la primera e de la palabra emet, quedando escrito met, que significa muerte en hebreo. En ese momento el golpem quedó sin vida, y posteriormente lo encerraron con llave.
Altaïr y Adrià, creadores del espacio y recopiladores de cuentos de hadas
