
Lao Tse o Laotsze es realmente más viejo que el cielo y la tierra juntos. Él es el Señor Amarillo o Antiguo, quien creó este mundo junto con los otros cuatro. En varias ocasiones ha aparecido en la tierra, bajo diversos nombres. Su encarnación más famosa, sin embargo, es la de Laotsze, «El Niño Viejo«, nombre que recibió porque apareció en la tierra con el pelo blanco.
Adquirió todo tipo de poderes mágicos mediante los cuales alargó su vida. Una vez contrató a un sirviente para que cumpliera sus órdenes. Acordó darle cien piezas de cobre diarias; pero no le pagó, y finalmente le debía siete millones doscientas mil piezas de cobre. Luego montó en un novillo negro y se dirigió hacia el Oeste. Quería llevarse a su sirviente. Pero cuando llegaron al paso Han-Gu, el sirviente se negó a ir más lejos e insistió en que le pagaran. Sin embargo, Laotsze no le dio nada.
Cuando llegaron a la casa del guardián del paso, aparecieron nubes rojas en el cielo. El guardián comprendió esta señal y supo que se acercaba un hombre santo. Entonces salió a recibirlo y lo recibió en su casa. Le interrogó sobre conocimientos ocultos, pero Laotsze se limitó a sacarle la lengua y no dijo una palabra. Sin embargo, el guardián del paso lo trató con el mayor respeto en su casa. El criado de Laotsze le dijo al criado del tutor que su amo le debía una gran cantidad de dinero y le rogó que hablara bien de él. Cuando el criado del guardián supo cuán grande era la suma, tuvo la tentación de ganarse a un hombre tan rico para yerno y lo casó con su hija. Finalmente el guardián se enteró del asunto y fue a ver a Laotsze junto con el sirviente. Entonces Laotsze le dijo a su sirviente:
—Siervo sinvergüenza. Realmente deberías haber estado muerto hace mucho tiempo. Te contraté y, como era pobre y no podía darte dinero, te di un talismán vivificante para que comieras. Así es como sigues vivo. Os dije: ‘Si me seguis al Oeste, a la tierra del Bendito Reposo, os pagaré vuestro salario en oro amarillo. Pero tú no quisiste hacer esto.
Y dicho esto, le dio unas palmaditas en el cuello a su sirviente. Entonces éste abrió la boca y escupió el talismán vivificante. Aún se pueden ver los signos mágicos escritos con cinabrio, bastante frescos y bien conservados. Pero el sirviente de repente se desplomó y se convirtió en un montón de huesos secos. Entonces el guardián del paso se arrojó a la tierra y suplicó por él. Prometió pagarle al sirviente por Laotsze y le rogó que le devolviera la vida. Entonces Laotsze colocó el talismán entre los huesos y al instante el sirviente volvió a la vida. El guardián del pase le pagó su salario y lo despidió. Luego adoró a Laotsze como a su maestro, y éste le enseñó el arte de la vida eterna y le dejó sus enseñanzas, en cinco mil palabras, que el guardián anotó. El libro que así surgió es el Tao Teh King, «El Libro del Camino y la Vida». Entonces Laotsze desapareció de los ojos de los hombres. El guardián del paso, sin embargo, siguió sus enseñanzas y se le dio un lugar entre los inmortales.
Cuento popular chino, traducido al inglés por Frederick H. Martens y editado en 1921 por Richard Wilhelm (1873-1930) en The Chinese Fairy Book, 1921
