Había una vez siete hermanos que eran todos jorobados y que se parecían mucho.
Por muy feos que fueran estos jorobados, hubo una señora que se enamoró de uno de ellas y se casó con él. Esta señora, sin embargo, aunque amaba mucho a su marido, era una mujer muy tacaña. Finalmente llegó el momento en que los jorobados solteros tuvieron que depender unos de otros para alimentarse.
Naturalmente, este arreglo desagradó mucho a la esposa; y con el tiempo su odio se hizo tan intenso que planeó matar a todos sus cuñados.
Un día, cuando su marido estaba de viaje por negocios, asesinó a los seis hermanos. Luego contrató a un hombre para que fuera a enterrar un cadáver. Ella le habló sólo de un cadáver, porque quería engañar al hombre. Cuando hubo enterrado uno de los cuerpos, regresó para cobrar su trabajo. La mujer, sin embargo, antes de que tuviera tiempo de hablar, empezó a reprocharle que no había enterrado al hombre en el lugar adecuado.
—¡Mira aquí!— dijo mostrándole el cadáver del segundo hermano—, no hiciste bien tu trabajo. Ve y entierra el cuerpo otra vez. Recuerda que no te pagaré hasta que hayas enterrado al hombre, para que quede bajo tierra.
El hombre tomó el segundo cadáver y lo enterró; pero cuando regresó, allí estaba otra vez. Y así sucesivamente: repitió la operación hasta que pensó que había enterrado el mismo cadáver seis veces. Pero después de enterrarlo a la sexta, el último jorobado, el jorobado casado, regresó de su trabajo a su casa. Cuando el sepulturero vio a este otro jorobado, inmediatamente lo agarró y lo mató, pensando que era el mismo hombre al que había enterrado tantas veces antes.
Cuando la mujer malvada supo que su marido había sido asesinado, murió con el corazón roto.
Cuento popular filipino narrado por Teófilo Reyes y recopilado por Dean Fansler (1885-1945) en Filipino Popular Tales, 1921
Dean Fansler (1885-1945) fue un profesor y folclorista americano filipino.
Profundizó en la cultura de Filipinas y recopiló una gran colección de cuentos populares filipinos
