gato y ratones

La historia del gato y los ratones

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Erase una vez un gato que vivía en una gran casa de campo en la que había una gran cantidad de ratones. Durante muchos años, el gato no tuvo dificultad para cazar tantos ratones como quisiera comer, y vivió una vida muy tranquila y placentera. Pero a medida que pasó el tiempo descubrió que estaba envejeciendo y enfermando, y que cada vez le resultaba más difícil atrapar el mismo número de ratones que antes; así que después de pensar muy bien qué era lo mejor que podía hacer, un día reunió a todos los Ratones, y después de prometerles que no los tocaría, se dirigió a ellos de la siguiente manera:

—¡Oh! Ratones—, dijo el, —os he reunido para deciros algo. La verdad es que he llevado una vida muy mala, y ahora, en mi vejez, me arrepiento de haberos causado tantos inconvenientes y molestias. Así que voy hacia el futuro para pasar página. Mi intención ahora es entregarme por completo a la contemplación religiosa y no molestaros más, para que de ahora en adelante tengas la libertad de correr como queráis, libremente, como queráis, sin miedo a mí. Lo único que os pido es que dos veces al día desfiléis todos junto a mí en procesión y cada uno haga una reverencia al pasar junto a mí, como muestra de agradecimiento hacia mí por mi amabilidad.

Cuando los Ratones oyeron esto se sintieron muy contentos, porque pensaron que por fin, estarían libres de todo peligro de su antiguo enemigo, el Gato. Así que, muy agradecidos, prometieron cumplir las condiciones del Gato y acordaron pasar junto a él y hacer un salaam dos veces al día.

Así que cuando llegó la noche, el gato se sentó en un cojín en un extremo de la habitación, y los ratones pasaron todos en fila india, cada uno haciendo un profundo salaam al pasar.

Ahora bien, el viejo y astuto Gato había preparado este pequeño plan con mucho cuidado con un objeto propio; pues, tan pronto como pasó toda la procesión, excepto un ratoncito, de repente agarró entre sus garras al último ratón, sin que nadie más se diera cuenta de lo que había sucedido, y lo devoró a su antojo. Y así, dos veces al día cogió el último ratón de la serie, y durante mucho tiempo vivió muy cómodamente sin problema alguno para atrapar a sus ratones, y sin que ninguno de los ratones se diera cuenta de lo que estaba pasando.

Ahora bien, sucedió que entre estos Ratones había dos amigos, cuyos nombres eran Rambé y Ambé, que estaban muy apegados el uno al otro. Estos dos Ratones eran mucho más inteligentes y astutos que la mayoría de los otros, y al cabo de unos días se dieron cuenta de que el número de ratones en la casa parecía estar disminuyendo mucho, a pesar de que el Gato había prometido no matarlos más. Así que trazaron un pequeño plan para futuras procesiones. Estuvieron de acuerdo en que Rambé siempre debía caminar al frente de la procesión de los Ratones, y que Ambé debía cerrar la marcha, y que todo el tiempo que pasara la procesión, Rambé debía llamar a Ambé, y Ambé debía responder a Rambé en intervalos frecuentes. Así que a la noche siguiente, cuando la procesión comenzó como de costumbre, Rambé marchó al frente y Ambé ocupó su puesto el último de todos. Tan pronto como Rambé pasó junto al cojín donde estaba sentado el Gato e hizo su salaam, gritó con voz estridente.

—¿Dónde estás, hermano Ambé?

—Aquí estoy, hermano Rambé—, chilló el otro que estaba al final de la procesión. Y así siguieron llamándose y respondiéndose unos a otros hasta que todos pasaron junto al Gato, que no se había atrevido a tocar a Ambé mientras su hermano seguía llamándolo.

Naturalmente, el Gato estaba muy molesto por tener que pasar hambre esa noche y estuvo muy enojado toda la noche. Pero pensó que era sólo un accidente lo que había traído a los dos amigos, uno delante y otro detrás de la procesión, y esperaba compensar su abstinencia forzada encontrando a la mañana siguiente un ratón particularmente gordo al final de la procesión. ¿Cuál fue, entonces, su asombro y disgusto cuando descubrió que a la mañana siguiente se había hecho el mismo arreglo, y que Rambé llamó a Ambé, y Ambé respondió a Rambé hasta que todos los Ratones pasaron junto a ella, y así, durante el resto del día? La segunda vez, le privaron de su comida. Sin embargo, disimuló sus sentimientos de ira y decidió darles a los Ratones una prueba más; Así que por la noche se sentó como de costumbre en el cojín y esperó a que aparecieran los ratones.

Mientras tanto, Rambé y Ambé habían advertido a los otros ratones que estuvieran atentos y que estuvieran preparados para emprender el vuelo en el momento en que el gato mostrara cualquier apariencia de enojo. A la hora señalada, la procesión comenzó como de costumbre, y tan pronto como Rambé pasó junto al Gato, chilló:

—¿Dónde estás, hermano Ambé?

—Aquí estoy, hermano Rambé—, llegó la voz estridente desde atrás.

Esto era más de lo que el Gato podía soportar. Dio un salto feroz justo en medio de los ratones, quienes, sin embargo, estaban completamente preparados para ella y en un instante se escabulleron en todas direcciones hacia sus agujeros. Y antes de que el Gato tuviera tiempo de atrapar uno solo, la habitación estaba vacía y no se veía ni rastro de un Ratón por ningún lado.

Después de esto, los ratones tuvieron mucho cuidado de no confiar más en la traicionero gato, que poco después murió de hambre al no poder conseguir su alimento habitual; mientras que Rambé y Ambé vivieron durante muchos años y todos los demás ratones de la comunidad los tenían en gran honor y estima.

Cuento de hadas popular tibetano, recopilado por William Frederick Travers O’Connor (1870-1943), en Folk tales from Tibet, 1906

Frederick_O'Connor

William Frederick Travers O'Connor (1870 - 1943) fue un teniente coronel diplomático irlandés y oficial de los ejércitos británico e indio británico.

Se popularizó por sus viajes por Asia, sus cartografía, los extensos estudios y publicaciones de las culturas y lenguas locales.

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