
En los antiguos relatos griegos, en el Norte, se encontraba la tierra de Hiperbórea, más allá del dios del viento.
Se creía que en esta tierra habitaban seres humanos muy longevos, pacíficos, que tenían un contacto directo con los dioses.
Adoraban al dios Apolo, quien una vez al año en invierno, acudía a Hiperbórea para renovarse.
En hiperbórea había un clima perfecto, no había enfermedades y la gente vivía en paz. Era un lugar inaccesible para los humanos corrientes.
Otras culturas han hablado de una tierra espiritual en el norte, donde seres con gran sabiduría custodian y viven esa tierra.
Hiperbórea aparece en muchos mapas antiguos, incluso en la Edad Moderna.
Uno de los mapas más famosos es el Mapa Gerardus Mercatos, de 1595, donde divide Hiperbórea en cuatro islas alrededor de una montaña magnética central llamada Rupes Nigra. Los ríos, entre las islas, discurren hacia el centro, formando un vórtice energético.
En otros mapas se considera que allí está la entrada a Agartha y la Tierra Hueca.







