Como muchos otros en el mundo, había un asno. Iba por un barranco, cargado de vino de Málaga. Y tú sabes que los asnos tienen mucho miedo a los lobos, porque a los lobos les gusta mucho la carne de los asnos.
Mientras caminaba de esta manera, vio venir de lejos un lobo; no podía esconderse en ningún lado. Se acercó el lobo y el asno le dijo:
—Buenos días, buenos días, señor Lobo. Por si tienes sed, tengo para beber una excelente vino de Málaga.
—No tengo sed… pero estoy hambriento, ¡Bai! Mi cena de hoy será vuestra cabeza y vuestros oídos.
—Señor Lobo , ¿si fueras tan amable de dejarme ir a escuchar una misa…?
Y el Lobo respondió:
— ¡Bueno! Sí, ve a la misa.
Entonces nuestro asno, cuando entró en la iglesia, cerró la puerta con el pie y se detuvo en silencio.
Cuando el lobo empezó a impacientarse por la espera, dijo:
—¡Ay, ay, qué misa más larga! Se diría que fue el Domingo de Ramos.
El asno le dijo:
—Viejo lobo sucio, ten paciencia. Me quedaré aquí con los ángeles y tengo mi vida a salvo para esta noche.
—Ay, ay, maldito, también estás sucio, ¿sabes? Si alguna vez me vuelvo a encontrar contigo, no me dejaré engañar así.
El asno le dijo:
—No hay perros en el redil de Alagaia; si vas allí, conseguirás muchas ovejas.
El lobo se dio por vencido y se dirigió al rebaño donde el asno le había dicho que fuera. Cuando el asno vio que se había ido, salió de la iglesia y se fue a su casa, y tuvo mucho cuidado de no acercarse más a la casa del lobo.
Cuento popular vasco, anónimo
Los cuentos populares, las leyendas, las fábulas, la mitología…, son del pueblo.
Son narraciones que se han mantenidos vivas transmitiéndose oralmente, por las mismas personas del pueblo. Por ello no tienen dueño, sino que pertenecen a las gentes, a la folclore, a las distintas culturas, a todos.
En algún momento, alguien las escribe y las registra, a veces transformándolas, a veces las mantiene intactas, hasta ese momento, son voces, palabras, consejos, cosas que «decía mi abuelo que le contaba su madre…»