Salman era un hombre fuerte y poderoso, era tan grande como una colina, tan poderoso como un gigante, y era un tirano terrible. Vivía en un rincón del mundo, pero su fama sembró el terror por toda la tierra. Tenía un caballo de relámpago y sus brazos eran fuertes como el hierro.
Salman asaltaba a los hombres en sus pacíficas habitaciones y les quitaba el tributo que consideraba; nadie podía negarse a pagarle el tributo, de hacerlo, masacraba y destruía al pueblo entero.
En otra porción de la tierra había otro bandido fuerte y gante, llamado Chal, que tenía un hijo llamado Rostom. Este Rostom era un hombre enorme, del tamaño de una montaña, y muy célebre por su extraordinaria fuerza y valentía. La tierra donde vivía Chal y su hijo Rostom, fue la única que no pagaba ningún tributo a Salman.
Un día, Chal montó en su caballo y comenzó diciendo:
—Vallamos a ver qué clase de hombre es Salman.
Después de un largo viaje se encontró con un hombre enorme montado en un caballo veloz como un rayo; el asta de su lanza era tan gruesa como la cintura de un hombre. Chal no sabía que se trataba del propio Salman; pero aun así preparó su lanza para la batalla. Para su sorpresa, el jinete espoleó a su caballo y pasó junto a Chal sin siquiera mirarle a la cara. Ante esto Chal se ofendió y arrojó su lanza tras el jinete. Salman se volvió, agarró a Chal, a quien ató bajo el vientre de su caballo, y galopó hasta llegar a una tienda levantada junto a un agitado manantial. Desmontó, clavó la oreja de Chal a la viga de la tienda y se acostó a dormir. Chal estaba casi loco de rabia; rechinó los dientes y murmuró para sí:
—No me habló una palabra, no me dijo su nombre. Ojalá pudiera saber quién es.
Salman pronto se despertó y preguntó:
—Amigo, ¿quién eres?
—Soy del país de Chal—, respondió Chal. Tenía tanto miedo que no dijo que él mismo era Chal.
—¡Ah!— exclamó Salman, soltando la oreja de Chal, —¿por qué no me lo dijiste antes? Ve y dile a Rostom, el hijo de Chal, que venga aquí para medir nuestras espadas. No puede haber dos hombres de igual fuerza; el mundo debe saber quién es el campeón más fuerte. Yo soy Salmán.
Chal regresó a su casa y suspiró profundamente. Rostom, al oírle suspirar, dijo:
—¿Cómo ahora, padre? ¡Tú eres Chal y yo soy Rostom, tu hijo, y aún así suspiras! No creo lo que veo; Debes contarme lo que te aflige.
Chal le habló de su encuentro con Salman y del desafío de este último a Rostom.
Rostom decidió salir y llevó consigo a su primo Vyjhan, y ambos se disfrazaron, asumiendo el hábito de los peregrinos. Rostom besó ambos ojos a su caballo de pezuñas blancas y le dijo a su padre:
—Cuando esté en apuros, mi caballo lo sabrá y golpeará el suelo con sus patas. Luego ata mis brazos a su espalda y déjalo libre; él vendrá y me encontrará.
Vyjhan, que acompañó a Rostom en su viaje, estaba lejos de ser un mortal común y corriente: Tenía una voz maravillosa; si llorara en Oriente, su voz se oiría en Occidente. Después de viajar durante mucho tiempo, Rostom y Vyjhan llegaron a una ciudad y acamparon en un prado en las afueras de la ciudad. Rostom estaba durmiendo cuando Vyjhan escuchó un terrible alboroto en la ciudad y fue allí para conocer el origen del alboroto. Algunas personas corrían como ciervos perseguidos por alguna fiera salvaje, algunos se arrancaban el pelo, otros se golpeaban el pecho y todos lloraban y se lamentaban.
—¿Cuál es el problema?— preguntó Vyjhan.
—Ha venido Salman exigiendo el tributo de siete años que está atrasado—, respondió la gente.
Las gentes del lugar ya habían reunido la cantidad exigida; pero ahora surgió la duda de quién debían enviar el tributo, porque Salman se llevaría al hombre que había enviado el tributo y lo mataría.
—Dame el tributo, yo se lo llevaré—, dijo Vyjhan.
Así fue, y pronto Rostom escuchó en sueños la voz estridente de Vyjhan, que decía:
—¡Ayuda, Rostom! Salman me está llevando.
Rostom se levantó y se enteró por la gente de lo que había sucedido, y ¡he aquí! su caballo de pezuñas blancas llegó corriendo y se paró delante de él. Inmediatamente Rostom saltó sobre el lomo de su caballo, que se alejó al galope y pronto llegó a la tienda de Salman. Salman, después de haber clavado la oreja de Vyjhan a la viga de la tienda, salió al encuentro de Rostom. En ese mismo momento tuvo lugar el duelo más terrible que jamás se haya registrado en la historia del mundo. Se partieron en pedazos arcos y flechas, lanzas y espadas. Finalmente se acercaron el uno al otro, se agarraron y ambos quedaron enredados en el cabello del otro.
Hasta el momento todavía no se han vencido unos a otros, pero siguen luchando. De vez en cuando se tiran y sacuden tan violentamente que la tierra tiembla, y eso es lo que los hombres llaman terremoto; y la voz de Vyjhan todavía se escucha profundamente desde lejos.
Cuento popular armenio, recopilado por A. K. Seklemian en Golden Maiden, The: and Other Folk Tales and Fairy Stories Told in Armenia 1898
Apraham Garabed Seklemian (1864-1920)escritor, profesor y folclorista armenio. Con origen armenio, nació en Turquía y creció en Bitias (Armenia), en una zona fronteriza con Siria, donde fue profesor y estudio la folclore y los cuentos de hadas armenios.
Entre 1888 y 1889 estuvo arrestado en Erzerum, Turquia, bajo las fuerzas otomanas, por ser fundador y editor del periódico Asbarez. Mas tarde logró huir con su familia a Estados Unidos en 1896 escapando de la opresión turca.