caballero, ivan bilibin

Un Beso a la Princesa

Cuentos de Mágia
Cuentos de Mágia

Creemos que somos inteligentes, pero no escuchamos a nuestros mayores, y ellos vienen y se discuten con nosotros y nos dicen:

—Nosotros teníamos más sentido común que vosotros.

Pero el cuento cuenta que, aun cuando nuestros abuelos no habían aprendido sus lecciones y nuestros tatarabuelos no habían nacido, en cierto reino, en cierta tierra, vivía una vez un anciano que había enseñado sus tres hijos a leer y a escribir.

—Ahora, niños—, les dijo, —voy a morir. Os ruego que tras mi muerte, vengáis a leed oraciones sobre mi tumba.

—Muy bien, bátyushka—, respondieron los tres hijos. Y los dos hermanos mayores eran en verdad excelentes muchachos, y crecieron como jóvenes muy fuertes; pero el más pequeño, Vanyúshka (diminutivo de Iván), era aun pequeño, como un patito hambriento. El anciano, su padre, murió.

Justo entonces, el zar emitió un decreto según el cual su hija, Eléna Tsarévna la Bella, había ordenado que se le construyera un templo con doce columnas y doce coronas dispuestas sobre cada columna, y llamaradas de fuego constante en todo el suelo. Ella se sentaría en este templo en un trono elevado para esperar su futuro esposo, el valiente hombre que, sobre un caballo volador, lograra atrapar las coronas sin quemarse, y más tarde, de un solo salto, la besara en los labios. Todos los jóvenes estaban como locos, lavándose, peinándose y considerando a quién recaería el gran honor.

—Hermanos—, dijo Vanyúshka, —nuestro padre ha muerto: ¿quién de nosotros irá a leer oraciones sobre su tumba?

—Quien quiera puede ir—, respondieron los hermanos.

Entonces el más joven fue. Pero los mayores se prepararon y montaron en sus caballos, se tiñeron y se rizaron el pelo, se pusieron sus mejores galas, y todos sus parientes se reunieron alrededor para bendecirles.

Luego llegó la segunda noche:

—Hermanos, anoche leí las oraciones—, dijo Ványa; —Es vuestro turno; ¿Quién de ustedes irá?

—Quien lo desee que vaya, pero que no interfiera en nuestros asuntos.

Los hermanos mayores, con burla y complicidad, inclinaron sus sombreros hacia el menor, gritaron, corrieron, galoparon por los campos y, una vez más, Ványa el menor leyó las oraciones para su padre. Y así también ocurrió la tercera noche.

Mientras, los hermanos ensillaron sus caballos, se peinaron sus bigotes y se dispusieron ese tercer día para probar sus proezas ante los ojos de Elena la Bella.

—¿Qué será de nuestro hermano menor?— preguntó uno al otro.

—No te preocupes por él; sólo nos deshonraría y haría reír a la gente: es mejor que vayamos solos.

Entonces partieron.

Pero Ványa también tenía muchas ganas de ver a la princesa Elena la Bella, y lloró profundamente al ver que sus hermanos habían partido sin él. Fue a la tumba de su padre a contarle sus penas, y su padre lo escuchó en su último hogar, y se acercó a él, se sacudió la tierra gris de su rostro y dijo:

—No te aflijas, Vanyúshka; yo te ayudaré en tu pena.

Entonces el viejo se levantó, y silbó cual trino de ruiseñor, y de algún lugar surgió un caballo, y la tierra tembló, y de sus narices y de sus orejas brotaron llamas. El caballo pareciera respirar humo. Se detuvo frente al anciano como si estuviera clavado en el suelo y le preguntó:

—¿Qué deseas?

Y el anciano le entregó el caballo a su hijo Ványa.

Ványa montó el caballo por una oreja, lo desmontó por la otra y se convirtió en un joven tan hermoso que ninguna historia puede contar ni ninguna pluma puede escribir. Luego ensilló el caballo, e inclinado hacia un lado, y el caballo voló como un halcón hacia esa dirección. Y así, Ványa montado en su caballo fue directo al palacio de la zarévna Elena la Bella.

Allí se estiró, saltó y no alcanzó dos de las coronas. De nuevo hizo un esfuerzo, voló, saltó, y ya sólo quedaba una corona. Hizo un nuevo esfuerzo, se volvió una vez más y, mientras el fuego se reflejaba en sus ojos, se acercó a Elena la Bella, y la besó en los labios.

—¿Quién es? ¿Quién es? ¡Atrápenlo!

Tras esto, marchó con su caballo lejos, y su rastro, entre la humareda, el fuego y todos los testigos, había desaparecido.

Luego voló de nuevo hasta la tumba de su padre y dejó libre su caballo en campo abierto. Entonces se inclinó ante la tumba y pidió consejo a su padre, y el anciano le dio consejo.

Ványa volvió a casa como si nunca hubiera estado allí, y los hermanos, emocionados, le contaron dónde habían estado, qué habían intentado, como todos, alcanzar las coronas, pero no lograron acercarse a ninguna. Y le contaron lo que habían visto, el joven que agarró todas las coronas y había besado a la princesa y había desaparecido sin dejar huella alguna.

Al día siguiente, hubo una pelea que parecía no acabar. Todos los jóvenes y los señores en el palacio real discutían por la hazaña del día anterior y como resolver el resultado. El hermano menor, en secreto y en silencio, como si nunca hubiera besado a la zarévna, y se detuvo en un rincón lejano a observar.

Elena Tsarévna preguntaba por su novio. Elena Tsarévna deseaba conocerlo y mostrárselo al mundo entero, deseaba darle la mitad de su reino, pero el joven no apareció. Lo buscaban entre los condes, los generales, los caballeros, entre todos los jóvenes, pero no pudieron encontrarlo. Y Ványa vio todo esto, sonrió y esperó hasta que su novia se acercara a él. Porque dijo:

—La gané como un caballero; ahora ella me amará como soy.

Entonces ella se levantó, miró por las ventanas abiertas, miró a través de todas ellas y luego vio y reconoció al joven que la besó, lo tomó consigo y pronto se celebró el compromiso.

Y ¡oh, qué joven tan excelente era! ¡Tan sensato, valiente y tan apuesto! Solía sentarse en su caballo volador, quitarse el sombrero, poner los brazos en kimbo, y parecía un rey. Y si lo hubieras visto, nunca habrías imaginado que alguna vez él podría haber sido el pobre Vanyushka.

Cuentos con magia. Cuento popular ruso recopilado por Aleksandr Nikolaevich Afanasiev (1826-1871)

Aleksandr Afanasev

Aleksandr Nikolaevich Afanasev (1826-1871) Historiador, crítico literario y folclorista ruso.

Recopiló un total de 680 de cuentos populares rusos.

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