zorro rojo árabe

Subidas y bajadas

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El verano había sido muy caluroso. Durante muchas semanas no había caído ni una gota de lluvia y había sequía en el valle donde vivían los animales. Los arroyos se habían secado y en los manantiales había dejado de manar agua. El zorro cogió su pipa y salió a pasear bajo los tilos para reflexionar. Allí conoció a la cabra.

—Buenos días—, dijo.

Ella respondió:

—¡Ay! No sé qué debemos hacer para conseguir agua. Se nos ha acabado toda el agua que teníamos en el barril y, a menos que podamos encontrar más, mis hijos y yo moriremos de sed.

El zorro dijo:

—Yo estoy tan seco que mi lengua se me pega al paladar. Ni siquiera puedo fumar mi pipa con placer. ¿Qué dices de buscar agua juntos? Cuatro ojos ven mejor que dos.

—De acuerdo—, dijo la cabra, y se alejaron juntos.

Durante mucho tiempo buscaron por todas partes, pero no encontraron ni rastro de agua. Entonces, de repente, la cabra dio un grito de alegría. Corriendo hacia ella, el zorro vio que había encontrado un pozo y estaba parada al borde de él, contemplando el agua fresca que se encontraba a lo lejos.

—¡Hurra!— gritó el zorro.

La cabra respondió:

—El agua está muy abajo. ¿Cómo vamos a llegar?.

—Déjamelo a mí—, dijo el zorro. —Sé una cosa sobre los pozos. Lo que tienes que hacer es meterte en el cubo que está colgado de la cuerda y deslizarte hacia abajo con la suavidad y seguridad que quieras. Yo iré primero, sólo para mostrarte el camino.

Entonces el zorro se metió en el cubo y su peso lo hizo bajar mientras el cubo vacío en el otro extremo de la cuerda subía a la cima del pozo. Un minuto después estaba en el fondo, inclinado sobre el borde del cubo y lamiendo el agua con avidez. Nunca nada había sabido tan delicioso. Bebió y bebió hasta que no pudo aguantar más.

—¿Esta bien?— gritó la cabra desde arriba, bailando de impaciencia.

—¡Es como el néctar más puro!— respondió el zorro. —Métete en el cubo rápidamente y baja y únete a mí.

Entonces la cabra entró en el cubo, que inmediatamente empezó a descender con su peso, mientras que al mismo tiempo el cubo con el zorro dentro comenzaba a subir a la superficie. Los dos se encontraron a mitad de camino.

—¿Cómo es esto?— preguntó sorprendida la cabra. —¡Pensé que me ibas a esperar!

—Ah—, respondió el zorro con una sonrisa, —¡qué me importa! Algunos suben y otros bajan. Espero que disfrutes tu bebida, ¡adiós!

Y tan pronto como llegó arriba saltó del cubo y salió corriendo.

La pobre cabra tuvo que quedarse allí en el fondo del pozo hasta que llegó el granjero y la encontró medio muerta de frío. Y cuando por fin fue rescatada, descubrió que el granjero la había puesto en el redil con sus propias ovejas y cabras. No era libre de volver a casa con sus hijos.

Cuento popular belga recopilado por Jean de Boschère (1878-1953)

Jean de Boschère

Jean de Boschère (1878-1953) escritor y pintor belga

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