
Había una vez un pastor de vacas que pastoreaba su rebaño al borde del bosque. De repente una fuerte lluvia cayó del cielo, por lo que buscó refugio bajo los frondosos y sombreados árboles.
Se asustó un poco cuando de repente apareció frente a él un enorme monstruo, que tenía la forma de una serpiente. Sostenía sus huevos con la cola y con la cabeza miraba ahora hacia la izquierda y ahora hacia la derecha porque buscaba comida.
Entonces el pobre pastor se dio cuenta de que había entrado en el reino de Hala Na Godang, la Gran Serpiente.
¿Qué podía hacer? En su consternación y miedo a la muerte, el pastor agarró las piedras que había en el suelo y las arrojó al azar contra la serpiente; el resultado fue que todos sus huevos se rompieron.
La serpiente volvió la cabeza enojada y le siseó al pastor:
—Tú le quitaste la vida a mis hijos, ahora yo te quitaré la tuya.
El pastor apenas escuchó esto cuando huyó. Se alejó rápidamente dando grandes saltos, y la serpiente se arrastró tras él en grandes eses. Pero eso no la ayudó; no pudo alcanzar al fugitivo.
Finalmente el pastor llegó al fin de una ondanada y saltó alto en el aire, seguido por la serpiente.
Entonces el pastor vio la luna; corrió hacia ella y le pidió ayuda. Pero la serpiente ya estaba allí y con arrogancia le contó a la luna la fechoría del hombre.
La buena luna quiso salvar al pastor, pero no supo cómo. Entonces la luna preguntó al sol qué podrían hacer.
Lo hablaron y al final el sol y la luna sugirieron a la serpiente imponer una multa al pastor por haber matado a sus crías y dejarle ir cuando pagase la multa.
Sin embargo, el monstruo no estuvo de acuerdo e insistió en devorar al destructor de huevos. El sol y la luna no querían que la serpiente devorada al hombre y no lograban llegar a un acuerdo.
Finalmente la luna tomó una generosa decisión. Como la serpiente no quiso renunciar a devorar al pastor, la luna se ofreció a ser devorada por la serpiente en lugar del hombre, y también prometió que se dejaría devorar por la serpiente todos los meses.
Y así es que la luna es invisible cada veintinueve días; entonces la serpiente se lo tragó.
Cuento popular malayo, recopilado por Pablo Hambruch (1882-1933) en Malaiische Märchen aus Madagaskar und Insulinde, 1922
Paul Hambruch (1882 – 1933) fue un etnólogo y folclorista alemán.
Realizó recopilaciones de cuentos de hadas de los mares del sus de Australia, Nueva Guinea, Fiji, Carolinas, Samoa, Tonga Hawaii, Nueva Zelanda, Malayos, Madagascar e Insulindia