En la mitología Azteca se cuenta que antes de la llegada del dios Quetzalcóatl, los aztecas sólo consumían raíces y animales de caza; no comían maíz porque estaba fuera de su alcance, escondido detrás de las enormes montañas que rodeaban la ciudad.
Muchos dioses habían intentado dividir las montañas para que los aztecas salieran de su pueblo y pudieran acceder a este preciado alimento dorado que se veía allá lejos en el horizonte, más allá de las montañas, pero nunca lo consiguieron.
Los aztecas, viendo que necesitaban más alimento, enviaron a sus sacerdotes a pedir a Quetzalcóatl que los ayudara a conseguir el maíz. Él les respondió que iría y les traería este precioso alimento.
Quetzalcóatl, viendo que no podía atravesar las montañas, decidió decidió transformarse en una pequeña hormiga negra, y en compañía de una hormiga roja, se dirigió a las montañas. Supero grandes dificultades, pero las superó todas, y después de muchos días, llegó al fondo de las montañas y encontró el maíz. Tomo el grano entre los dientes y regresó a las aldeas.
Luego repartió el maíz con el pueblo y lo sembraron.
Desde ese día, los aztecas cultivan y cosechan maíz, y así se hicieron fuertes,
Después de varios días, Quetzalcóatl llegó al fondo de las montañas donde encontró el maíz y, siendo una hormiga, tomó un grano entre los dientes y emprendió su viaje de regreso.
Una vez que regresó con su pueblo, entregó el grano de maíz para ser sembrado, y desde entonces el pueblo se fortaleció con el cereal y pudieron crecer.
Los cuentos populares, las leyendas, las fábulas, la mitología…, son del pueblo.
Son narraciones que se han mantenidos vivas transmitiéndose oralmente, por las mismas personas del pueblo. Por ello no tienen dueño, sino que pertenecen a las gentes, a la folclore, a las distintas culturas, a todos.
En algún momento, alguien las escribe y las registra, a veces transformándolas, a veces las mantiene intactas, hasta ese momento, son voces, palabras, consejos, cosas que «decía mi abuelo que le contaba su madre…»
