zorro rojo árabe

El zorro como juez

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Una vez hubo y otra vez no hubo, hace mucho tiempo, se produjo un incendio en un bosque lejos de aquí. Intentando escapar las llamas, una serpiente trepó a un árbol que aún no había comenzó a arder. Pero después de un rato, ese árbol también empezó a arder, y cuando eso pasó, la serpiente empezó a gritar.

En aquel mismo tiempo Moisés avanzaba cuidadosamente su camino a través de ese bosque en llamas, y escuchó los gritos de serpiente. Moisés tenía un bastón mágico que podía extenderse cualquier distancia que deseara, así que extenió esa vara a la serpiente, y esa pobre criatura se deslizó por ese bastón hasta ponerse a salvo.

Unos días después la serpiente ingrata se encontró con Moisés de nuevo y le dijo a Moisés:

—Te voy a comer.

—¿Por qué?— preguntó Moisés. —¿No te salvé hace poco la vida?

—Mi creador controla tanto mi vida como mi muerte. No tenías derecho a salvarme la vida, y como castigo por tu acción, te voy a devorar.

—En ese caso—, respondió Moisés, —vamos a pedir la opinión de tres jueces sobre este asunto. Si encuentran aceptable tu decisión, entonces puedes seguir adelante y comerme.

La serpiente estuvo de acuerdo con esta propuesta, y los dos Buscaban a alguien que sirviera de juez. La primera criatura que encontraron fue un buey. Moisés le preguntó al buey:

—¿Estarías dispuesto a servir como juez para resolver un conflicto entre esta serpiente y yo?

—Sí, lo haría—, respondió el buey.

—Salvé la vida de esta serpiente. En lugar de estar agradecida conmigo, esta serpiente me condenó por interferir con la voluntad de Dios. Quiere comerme como castigo por mi pecado. ¿Cuál es tu opinión sobre este asunto?

—¿No eres tú miembro de la raza injusta de Adán? Tu raza me ha cargado con pesadas cargas y ha hecho que mi cuerpo duela.
¡Debería aplaudir que te haya comido!

Siguieron su camino y pronto se encontraron con un caballo. Moisés dijo:

—Oh, caballo, ¿estarías dispuesto a servir como juez para resolver un conflicto entre esta serpiente y yo?

—Sí, lo haría.

—Salvé la vida de esta serpiente. En lugar de estar agradecida conmigo, esta serpiente me condenó por interferir con la voluntad de Dios. Quiere comerme como castigo por mi pecado. ¿Cuál es tu opinión sobre este asunto?

—¿No eres un ser humano? ¿No me ha montado tu gente sin piedad hasta que me dolió la espalda y me agotaron las piernas? ¡En lo que a mí respecta, la serpiente merecería elogios por comerte!

Poco después, los contendientes se encontraron con un zorro.

Moisés le preguntó al zorro:

—¿Estarías dispuesto a servir como juez para resolver un conflicto entre esta serpiente y yo?

—Sí, lo haría.

—Salvé la vida de esta serpiente. En lugar de estar agradecida conmigo, esta serpiente me condenó por interferir con la voluntad de Dios. Quiere comerme como castigo por mi pecado. ¿Cuál es tu opinión sobre este asunto?

El zorro respondió:

—No puedo considerar las pruebas de dos contendientes al mismo tiempo. ¿Por qué no se mantienen a cierta distancia para que pueda hablar en privado con cada uno de ustedes?

La serpiente se trasladó a un rincón de la habitación, se desenroscó y esperó su turno para testificar.

Entonces el zorro le guiñó un ojo a Moisés y le dijo:

—Ahora que la serpiente está estirada e indefensa, golpéale fuerte el cuello con tu bastón.

Moisés siguió este consejo y mató a la serpiente. Desde entonces, los zorros siempre han sido considerados muy sabios. Los jueces usan togas con cuello rojo, pero en su lugar deberían tener el cuello forrado con piel de zorro.

Cuento popular de tradición oral turco, narrado por Ahmet Yusuf MustaUysal

libro de cuentos

Los cuentos populares, las leyendas, las fábulas, la mitología…, son del pueblo.

Son narraciones que se han mantenidos vivas transmitiéndose oralmente, por las mismas personas del pueblo. Por ello no tienen dueño, sino que pertenecen a las gentes, a la folclore, a las distintas culturas, a todos.

En algún momento, alguien las escribe y las registra, a veces transformándolas, a veces las mantiene intactas, hasta ese momento, son voces, palabras, consejos, cosas que «decía mi abuelo que le contaba su madre…»

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