El cinocéfalo era una criatura humana con cabeza de perro, aparece en montón de datos históricos, leyendas del mundo y muchos antiguos historiadores las han descrito.
Incluso, aparece un retrato de Walter de Speyer de San Cristobal como un cinocéfalo que provenía de la tierra de los cananeos (canes) que devoraban carne humana y ladraban.
La leyenda de estos seres proviene de la antigua Grecia, Egipto, China, India…
En el s V a.C. Ctesias escribió un informe detallado de la existencia de los cinocéfalos. Posteriormente Megástenes afirmó que muchos vivían en las montañas de la India, que se comunicaban con ladridos, se alimentaban de la caza y vestían pieles salvajes de animales.
Hetedoroto afirma que los antiguos libios contaban que había estas criaturas en el este de su país, así como hombres sin cabeza y otras criaturas.
El códice Nowell con la epopeda de Beowulf también habla de los cinecéfalos, donde son llamados medio-perros. Y aparecen en el poema en galés Pa Gur, como as cibin, cabeza de perros.
Los enemigos del séquito del Rey Arturo luchan contra ellos en las montañas de Eidyn, Edinburgo.
Aparecen mencionados por Marco Polo, quien habla bárbaros con cabeza de perro en la isla de Angamanain y que todos parecían grandes mastines.
Giovanni da Pian del Carpine, quien asegura que entre el ejercito de Ogedei Khan había cabezas de perro que provenían del norte de Dalai Nor (Océano del Norte) o del lago Bakai.
Y el misionero budista Liang Shu describe una isla de hombers con cabeza de perro al este de Fusang.
Otra referencia está en la historia de China, en la dinastía Tang, se habla del reino perro.
En la misma región de la India en la que se crían los escarabajos, críanse también los cinocéfalos, a los que dio su nombre el aspecto y naturaleza de su cuerpo: todas las restantes partes de su cuerpo son como las del hombre y van cubiertas con pieles de animales. Son justos y no hacen daño a ningún hombre; no hablan en absoluto, pero aúllan; entienden, por supuesto, la lengua de los indios. Constituyen su alimento los animales salvajes, a los que capturan con suma facilidad, porque son velocísimos y, una vez cogidos, los matan y no los cuecen en la lumbre, sino que los cuecen exponiéndolos al calor del sol, después de trocearlos. Crían también cabras y ovejas. Constituyen su alimento las bestias salvajes y beben la leche de los animales que cuidan. Los he catalogado entre los animales irracionales, como es lógico, porque tienen un habla inarticulada e ininteligible, no una lengua humana.
Claudio Eliano
Posiblemente la cita más importante corresponda a Ctesia, en la Indika:
«En las montañas hay hombres con cabeza de perro. Se visten de pieles de animales salvajes, y no hablan lengua alguna, sino que ladran como perros y de alguna manera se entienden entre ellos. Tienen dientes más grandes que los de los perros, y uñas como las de los perros, aunque más anchas y redondas. Viven en las montañas tan lejanas como el río Indo y son negros, y extremadamente justos, como el resto de indios con quienes se relacionan. Entienden el lenguaje de los Indianos, pero no saben contestar, pues se comunican con aullidos y haciendo gestos con las manos, tal como los sordo mudos. Los indios los llaman kalystrioi, que en griego significa cinecéfalos (cabeza de perro). Su tribu consta de ciento veinte mil individuos.
Junto al nacimiento del río crece una flor de color carmesí de la que se extrae un tinte púrpura tan bueno como el de los griegos, pero mucho más brillante […] comen la dulce fruta del árbol siptachora, del que se saca el ámbar. Secan su fruta y la colocan en grandes cestas, tal y como hacen los griegos con las pasas. Cada año, los cenocéfalos hacen balsas y las cargan con estas frutas, el tinte púrpura extraído de dicha flor y con doscientos sesenta talentos al año. Esta misma carga, junto a tinte rojo y mil talentos de ámbar, se envía cada año al rey de los indios. Los cinocéfalos reúnen más de esta mercancía y se la venden a los indios a cambio de pan, carne, y prendas de algodón. También intercambian la fruta por espadas que usan en sus cacerías, aunque también usan arcos y lanzas, armas con las que son muy hábiles. Ya que viven en montañas lejanas e inaccesibles desconocen por completo la guerra. Cada cinco años, el rey les manda como presente trestientos mil arcos, el mismo número de jabalinas, ciento veinte mil escudos y quinientas mil espadas.
Viven de carne cruda. Son unos 120.000 y son hábiles para dibujar el arco y usar la lanza. No pueden ser derrotados en la guerra, ya que habitan en montañas altas e inaccesibles. Cada cinco años, el rey les envía un regalo de 300,000 arcos, muchas lanzas, 120,000 escudos y 50,000 espadas.
No viven en casas, sino en cuevas. Se lanzan a la caza con arcos y lanzas, y como son muy rápidos, persiguen y pronto alcanzan a su presa. Las mujeres se bañan una vez al mes, las los hombres no se bañan en absoluto, solo se lavan las manos. Se untan tres veces al mes con aceite de leche y se limpian con pieles.
No tienen camas, pero duermen sobre hojas o pasto. El que posee la mayor cantidad de ovejas es considerado el más rico. Todos, tanto hombres como mujeres, tienen colas sobre sus caderas, como perros, pero más largas y más peludas. Son justos y viven más que cualquier otro hombre, 170, a veces 200 años. Los hombres con cabeza de perro eran una tribu de guerreros feroces, pero también comerciaban con los pocos humanos en los que confiaban. Se informó que vivían principalmente en la India y el norte de África, pero se vieron en muchos lugares intermedios. «
Los cuentos populares, las leyendas, las fábulas, la mitología…, son del pueblo.
Son narraciones que se han mantenidos vivas transmitiéndose oralmente, por las mismas personas del pueblo. Por ello no tienen dueño, sino que pertenecen a las gentes, a la folclore, a las distintas culturas, a todos.
En algún momento, alguien las escribe y las registra, a veces transformándolas, a veces las mantiene intactas, hasta ese momento, son voces, palabras, consejos, cosas que «decía mi abuelo que le contaba su madre…»