
Hace mucho tiempo, hubo una época en que los cuervos podían hablar.
Pero lo extraño del habla de los cuervos era que sus palabras tenían el significado opuesto. Cuando querían agradecer a alguien, usaban palabras insultantes, y así siempre decían lo contrario de lo que querían decir.
Pero como estaban tan llenos de mentiras, un día llegó un anciano y, por arte de magia, les quitó el habla. Y desde entonces los cuervos no pueden hacer más que chillar.
Pero la naturaleza de los cuervos no ha cambiado, y hasta el día de hoy son una banda malhumorada, mentirosa y ladrona.
Cuento popular esquimal recopilado por Knud Rasmussen, en Eskimo Folk-Tales en 1921