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La Canoa de Hadas

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Animales
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Uno de los jefes más famosos de las islas del Mar del Sur fue Rata.

Era de carácter muy atrevido y aventurero, siempre soñaba con ver tierras extranjeras, por lo que, decidido a emprender un viaje de exploración, se dispuso a buscar árboles aptos para formar los cascos de una gran canoa doble.

Estas canoas dobles estaban formadas por dos canoas simples unidas una al lado de la otra, pero con un espacio entre ellas, siendo este espacio cubierto y una casa o casas erigidas sobre él. En tales canoas se hacían largos viajes, ya que era casi imposible volcarlas por muy fuerte que soplara el viento o por muy revuelta que fuese la marea.

Rata tomó su mejor y más valiosa hacha y, arrojándola sobre su hombro, se dirigió al bosque, mirando aquí y allá para encontrar el tipo de árbol que estaba buscando. Encontró la madera adecuada y se disponía a talar el árbol cuando escuchó un ruido extraño que producían las ramas de los arbustos cercanos.

Allí vio una pelea entre una hermosa garza blanca y una enorme serpiente de agua de las que viven en el mar.

La causa del combate fue la siguiente: La garza había estado pescando en el arrecife de coral, y al vadear había llegado a poner su pie en los ojos de la serpiente, que sobresalía de un agujero en el coral. La garza inmediatamente se fue volando, pero la serpiente se sintió insultada y decidida a vengarse, por lo que siguió con la vista el vuelo de la garza y vio cómo el pájaro había volado tierra adentro y se había posado en una alta palmera. Luego la serpiente salió del agua salada y nadó por la corriente de un arroyo de montaña hasta llegar cerca del árbol en el que dormía la garza. Fácilmente la serpiente trepó al árbol, y dando dos o tres vueltas de su cola alrededor de una rama atacó ferozmente a la garza. Lucharon duramente toda la noche, y a la mañana siguiente ocurrió aquello que captó la atención de Rata, de pronto, la garza gritó:

—¡Oh! ¡Rata!, mata a la serpiente malvada y termina la pelea.

Pero la serpiente dijo:

—Rata, no interfieras. Es sólo una prueba de fuerza y debe librarse de manera justa.

Rata pensó que no era asunto suyo, así que continuó con su trabajo, pero la garza le dijo con reproche:

—No podrás terminar tu canoa sin mi ayuda.

Rata ignoró a la garza, cortó dos de los mejores árboles que pudo encontrar y luego por la noche se fue a su propia casa y durmió.

Esa noche, los elfos del bosque recogieron las astillas cortadas del árbol y las empaquetaron con cuidado para que nadie pudiera ver que los árboles habían sido heridos; luego volvieron a poner los árboles en posición vertical.

Cuando Rata despertó fue a por los troncos que había talado el día anterior, pero allí estaban los árboles tal como los había visto por primera vez. Se frotó los ojos y se quedó mirando un rato, luego procedió a cortar la madera nuevamente.

Pasó una hora tras otra, hasta que por fin cayó el primer árbol con gran estrépito; fue hacia el otro y trabajó con brazos incansables hasta que el segundo árbol quedó al lado del otro. Luego cortó las ramas, pero ya caída la noche, se fue a descansar a su casa.

Esa noche, los elfos volvieron a recoger las astillas de los árboles y recolocarlos en sus raíces devolviéndoles la vida.

Regresó a la tercera mañana y encontró que la serpiente y la garza aún continuaban su terrible lucha. Se dirigió hacia los árboles que había talado, con la intención de vaciar sus troncos para hacer los cascos de las canoas. Pero ¡allí estaban sanos y enteros, sin que les faltara ni una hoja!

Entonces Rata entendió lo que quería decir la garza cuando gritó:

—No podrás terminar tus canoas sin mi ayuda.

Así que fue al lugar del conflicto y encontró que la hermosa ave blanca estaba exhausta y casi vencida. Rata corrió hacia adelante y atacó a la serpiente con su hacha. Con unos cuantos golpes poderosos, el héroe logró destruir a la serpiente y rescatar a la garza de la muerte.

Luego la garza voló hasta una rama de un árbol vecino y descansó todo el día.

Rata, mientras era observado por la garza, realizó nuevamente el trabajo, taló los árboles por tercera vez y limpió todas sus ramas.

Tan pronto como Rata se fue, la garza voló de aquí para allá entre todas las criaturas emplumadas del océano y del bosque, recogiéndolas para ayudar en el trabajo de ayudar a hacer las canoas.

Entre todas las aves, picaron con miles de picos hasta vaciar las bodegas, y luego vino la tarea más difícil de unir las piezas. Algunas de las aves marinas, con sus largos picos, perforaban agujeros por donde pasaban las amarras, y las aves terrestres, con sus fuertes garras, tiraban de las ataduras con fuerza y las anudaban con seguridad. No habían terminado hasta casi el amanecer, y entonces resolvieron llevar las canoas al mar cerca de la casa de Rata, y así, la gran compañía se aferró con su pico a alguna parte de la canoa, y agitaron las alas con fuerza, batiendo el aire, y elevando la canoa por encima de los árboles hasta la orilla.

Bajaron al mar con la canoa doble, que más tarde se convirtió en el barco más famoso de la historia de las islas del Pacífico. Así fue recompensada Rata por haber salvado la vida de la bella garza blanca en su lucha contra la malvada serpiente.

Cuento popular Aitutaki, una de las islas Cook de Nueva Zelanda, recopilado por Edward Robert Tregear (1846-1931)

Edward Robert Tregear

Edward Robert Tregear (1846-1931) fue un folclorista neozelandés.

Fue un prolífero escritor en gran cantidad de géneros literarios. Recopiló obras folclóricas australianas y neozelandesas. Fue un académico en Nueva Zelanda, potenció la reforma social y una nueva legislación laboral.

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