India
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Cuentos Cómicos
Cuentos Cómicos

En una aldea un tanto apartada del Punjâb vivió durante muchos años un viejo faquir famoso por sus maravillosos hábitos de abnegación y abstinencia. Ya sabes, no era alguien que simplemente asumiera su vestimenta, sino que predicaba a otros la verdad y la moralidad, y su carácter confirmaba todo lo que enseñaba. No anduvo errante, sino que fijó su residencia en este pueblo, y así, estando siempre allí, llegó a ser muy conocido, y muchas veces lo visitaban muchas personas de partes lejanas.

Un día, otro faquir de la misma rama y orden que él, y que viajaba hacia el norte, vino y afirmó ser amigo de él, y al encontrarlo en un lugar especial donde solía pasar el día, se sentó cerca de él y le habló del cosas que les preocupaban a ambos.

Ya casi anochecía, el viejo faquir pidió a su hermano de la misma fe que fuera a pasar la noche como huésped y que continuara su viaje al día siguiente. Así que caminaron juntos hasta llegar a su choza; pero cuando la esposa vio al huésped y supo que iba a pasar la noche, se disgustó mucho con su marido y se mostró muy iracunda. Fue en vano que el viejo faquir dijera que su amigo era un viajero y que tenía su propia vocación; la esposa se negó a dejarse apaciguar. El huésped, encontrándose en una situación incómoda, preguntó a su anfitrión si no sería mejor emprender el viaje inmediatamente o buscar refugio en algún otro lugar del pueblo para pasar la noche, porque le causaba gran dolor escuchar las palabras de enojo de una mujer.

—¡Oh, no!— dijo el anfitrión, —Sé que ella es muy malhumorada y enojona, y con frecuencia se molesta, pero de todos modos le tengo un gran respeto, y debo decirle la razón. ¿No sabes que soy ampliamente conocido como un buen hombre? y a consecuencia de esto, y de los consejos que doy, me visitan gentes de lejos y de cerca, y todos me halagan y alaban hasta el cielo. A veces he pensado que si esto continuara, estaría en peligro de sentirme orgulloso y engreído, y así arruinarme no sólo aquí, sino en el futuro. Ahora bien, esta mujer mía, cuando se aviva en una pasión, me hace mucho bien y me quedo bastante abatido; y cuanto más turbulenta se vuelve ella, más me controlo y me quedo en silencio. Como ves, se establece un equilibrio entre nosotros, y el efecto en mí es que suaviza mi naturaleza, y me hago cada vez más lo que los faquires aspiramos a ser; así que lo que pierdo de una manera, lo gano de otra y mejor.

El huésped pasó la noche y se fue al día siguiente profundamente impresionado por la sabiduría de su amigo y hermano.

Leyenda popular del Valle del Indo, recopilado por Mayor J. F. A. McNair

libro de cuentos

Los cuentos populares, las leyendas, las fábulas, la mitología…, son del pueblo.

Son narraciones que se han mantenidos vivas transmitiéndose oralmente, por las mismas personas del pueblo. Por ello no tienen dueño, sino que pertenecen a las gentes, a la folclore, a las distintas culturas, a todos.

En algún momento, alguien las escribe y las registra, a veces transformándolas, a veces las mantiene intactas, hasta ese momento, son voces, palabras, consejos, cosas que «decía mi abuelo que le contaba su madre…»

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