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Los Rolang, los muertos vivientes en el Tibet

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En las leyendas tibetanas existe una criatura llamada Rolang, que viene a ser un cadáver que se pone de pie. Los describen como cadáveres agresivos, fuera de sí, con los ojos completamente azulados, en vez del blanco normal de los ojos. Se considera que un Rolang aparece porque un chamán o brujo lo ha despertado, aunque hay creencias de que puede ser un espíritu que ha poseído un cadáver y se levanta para atormentar a los vivos.

Las leyendas cuentan que, antes de que el budismo entrase al Tíbet, los chamanes practicaban una ceremonia funeraria que lograba levantar al cadáver y revivirlo.

El chamán se encerraba en una habitación a solas con el cadáver, se tumbaba sobre el cadáver con la boca pegada a la boca del cadáver, mientras repetía una oración. Tras un tiempo, el cadáver comenzaba a moverse, se levantaba e intentaba escapar. El chaman lo sujetaba y lo retenía con fuerza, esto era especialmente difícil, pues el chamán no podía soltarse del cadáver ni apartar su boca de la boca del muerto, y se decía que estas criaturas lograban dar grandes saltos y tenían una fuerza descomunal. El chamán tibetano continuaba repitiendo las palabras hasta que el cadáver sacaba la lengua y el chaman se apoderaba de la lengua mordiéndola con fuerza con sus dientes, mientras, mentalmente continuaba repitiendo esas palabras.

Entonces el cadáver se derrumbaba otra vez.

Un rolang no podía ser asesinado, porque ya murió, pero se les puede hacer “derrumbarse” y quedarse quietos. En algunas leyendas contaban que un rolang quedaba enlazado al chamán que lo había despertado de por vida, y hasta que este no moría, el rolang quedaba en una especie de limbo. Otros contaban que si el ritual quedaba mal, el brujo podía morir, y el rolang se liberaba atacando a todas las gentes allá por donde pasaba. Los rolang libres podían recorrer grandes distancias y matar a mucha gente.

Para vencerlo, había que tener en cuenta qué tipo de rolang era. Puede ser de piel, de sangre, de hueso… Dependiendo de su tipo, habría que cortar una parte del cuerpo o dañar otra: un rolang de sangre, se corta la piel para que derrame la sangre.

Las partes del rolang, sobre todo la lengua, se consideraban armas poderosas mágicas.

Los brujos creaban este tipo de criaturas con muchos fines, para satisfacer deseos sexuales, con el objetivo de dañar a otras personas, o para que se convirtieran en sus esclavos. Algunos brujos tenían su propio rolang de por vida, que les cuidaba la casa y les ayudaba en las tareas del hogar.

Cuando el chaman moría, el rolang que había sido su esclavo moría a la vez.

A parte de esta criatura, los tibetanos crían que cualquier cadáver podía levantarse y atacar a los vivos. Por esto, los cuerpos de los difuntos eran vigilados día y noche, mientras se recitaban las palabras sagradas, a fin de impedir que el cuerpo fuera poseído por algún demonio antes de que el rito funerario fuese finalizado.

Contaban incluso que, un momento en que la persona que velaba el cadáver se dormía, era más que suficiente para que el cadáver se levantara y atacara a quien encontrara en el camino.

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Altaïr y Adrià, creadores del espacio y recopiladores de cuentos de hadas

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