Podcast El halcón y el rey Sindabad
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Texto completo El halcón y el rey Sindabad
Dicen que entre los reyes de Fars hubo uno muy aficionado a diversiones, a paseos por los jardines y a toda especie de cacerías. Tenía un halcón adiestrado por él mismo, y no lo dejaba de día ni de noche pues hasta por la noche lo tenía sujeto al puño. Cuando iba de caza lo llevaba consigo, y le había colgado del cuello un vasito de oro, en el cual le daba de beber. Un día estaba el rey sentado en su palacio, y vio de pronto venir al wekil que estaba encargado de las aves de caza, y le dijo:
—¡Oh rey de los siglos! Llegó la época de ir de caza.
Entonces el rey hizo sus preparativos y se puso el halcón en el puño. Salieron después y llegaron a un valle, donde armaron las redes de caza. Y de pronto cayó una gacela en las redes. Entonces dijo el rey:
—Mataré a aquel por cuyo lado pase la gacela.
Empezaron a estrechar la red en torno de la gacela, que se aproximó al rey y se enderezó sobre las patas como si quisiera besar la tierra delante del rey. Entonces el rey comenzó a dar palmadas para hacer huir a la gacela, pero ésta brincó y pasó por encima de su cabeza y se internó tierra adentro. El rey se volvió entonces hacia los guardas, y vio que guiñaban los ojos maliciosamente. Al presenciar tal cosa, le dijo al visir:
—¿Por qué se hacen esas señas mis soldados?
Y el visir contestó:
—Dicen que has jurado matar a aquel por cuya proximidad pasase la gacela.
Y el rey exclamó:
—¡Por mi vida! ¡Hay que perseguir y alcanzar a esa gacela!
Y se puso a galopar, siguiendo el rastro, y pudo alcanzarla.
El halcón le dio con el pico en los ojos de tal manera, que la cegó y la hizo sentir vértigos. Entonces el rey, empuñó su maza, golpeando con ella a la gacela hasta hacerla caer desplomada. En seguida descabalgó, degollándola y desollándola, y colgó del arzón, de la silla los despojos. Hacía bastante calor, y aquel lugar era desierto, árido, y carecía de agua. El rey tenía sed y también el caballo. Y el rey se volvió y vio un árbol del cual brotaba agua como manteca. El rey llevaba la mano cubierta con un guante de piel; cogió el vasito del cuello del halcón, lo llenó de aquella agua, y lo colocó delante del ave, pero ésta dio con la pata al vaso y lo volcó. El rey cogió el vaso por segunda vez, lo llenó, y como seguía creyendo que el halcón tenía sed, se lo puso delante, pero el halcón le dio con la pata por segunda vez y lo volcó. Y el rey se encolerizó, contra el halcón, y cogió por tercera vez el vaso, pero se la presentó al caballo, y el halcón derribó el vaso con el ala. Entonces dijo el rey:
—¡Alah te sepulte, oh la más nefasta de las aves de mal agüero! No me has dejado beber, ni has bebido tú, ni has dejado que beba el caballo.
Y dio con su espada al halcón y le cortó las alas. Entonces el halcón, irguiendo la cabeza; le dijo por señas.
Mira lo que hay en el árbol.
Y el rey levantó los ojos y vio en el árbol una serpiente, y el líquido que corría era su veneno. Entonces el rey se arrepintió de haberle cortado las alas al halcón. Después se levantó, montó a caballo, se fue, llevándose la gacela, y llegó a su palacio. Le dio la gacela al cocinero, y le dijo:
—Tómala y guísala.
Luego se sentó en su trono, sin soltar al halcón. Pero el halcón, tras una especie de estertor, murió. El rey al ver esto, prorrumpió en gritos de dolor y de amargura por haber matado al halcón que le había salvado de la muerte.
¡Tal es la historia del rey Sindabad!
Cuando el visir hubo oído el relato del rey Yunán, le dijo; «¡Oh gran rey lleno de dignidad! ¿que daño he hecho yo cuyos funestos efectos hayas tú podido ver?. Obro así por compasión hacia tu persona. Y ya verás como digo la verdad. Si me haces caso podrás salvarte, y si no, perecerás como pereció el visir astuto que engañó al hijo de un rey entre los reyes.
Cuento popular árabe, recopilado en Las mil y una noches
Las mil y una noches es una recopilación medieval anónima de cuentos tradicionales de Oriente Próximo en árabe, durante la Edad de Oro del islam.
La obra fue aumentando durante el transcurso de varios siglos con las contribuciones de diferentes escritores y traductores de Asia Occidental, Asia Central, Asia Meridional y el norte de África.
La historia central muestra como Scheherezade transforma a esposo, el sultán Shahriar, contándole un bello cuento cada noche durante mil y una noches.