gigantes de Patagonia

Cuento popular argentino recopilado por Berta Vidal de Battini en Cuentos y Leyendas populares de la Argentina

El gigante, Versión Castellano Estándar

Criaturas fantásticas
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Cuentos con Magia
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Había una vez un gigante que había robado a la hija del rey. La tenía secuestrada en su castillo, encerrada en una habitación donde nadie podía entrar ni verla.

El rey enviaba a sus ejércitos, bien armados, para rescatar a la niña, pero el gigante los enfrentaba y peleaba solo. ¡Puf!, partía en dos a los soldados con su sable. Las balas no le hacían daño y los hombres tenían que huir o dispersarse, dejando a muchos compañeros muertos.

Una y otra vez, el rey mandaba a sus hombres más valientes con la esperanza de vencer al gigante y salvar a la niña, pero él siempre peleaba y los derrotaba. Dicen que los soldados lograban partirlo y hacer pedazos, pero el gigante se volvía a juntar y seguía peleando hasta vencerlos. El rey estaba triste y ofreció casar a su hija con el hombre que lograra rescatarla, y además le daría todo su reino.

Un día, se presentó ante el rey un hombre humilde y pobre. Este hombre había recibido de Dios el don de poder convertirse en cualquier animal que quisiera, y en cualquier momento. Le dijo al rey que él podía vencer al gigante y rescatar a la niña. El rey no le hizo caso, pero, ya que no tenía nada que perder, le dijo que cumpliera su palabra, aunque si lo engañaba sería castigado.

El hombre se fue confiado en el poder que Dios le había dado como premio por sus buenas acciones. Llegó al castillo, donde pesadas y fuertes puertas, así como murallas altas y dobles, impedían la entrada. Entonces dijo:

—Con el don que Dios me ha dado, que me convierta en hormiga —y en ese instante se transformó en hormiga.

Entró al castillo por el ojo de la cerradura y llegó a la habitación donde estaba la niña. Entonces dijo:

—Con el don que Dios me ha dado, que me convierta en hombre —y volvió a convertirse en hombre. La niña quiso gritar asustada, pero él le dijo que se calmara, que había venido a rescatarla por orden del rey. Entonces le pidió que le preguntara al gigante dónde tenía su alma, y que él volvería.

En ese momento se escucharon fuertes pisadas del gigante que se acercaba al cuarto, pero el hombre ya se había convertido otra vez en hormiga. El gigante abrió la puerta, entró y dijo:

—¡Siento olor a carne humana! ¿Quién ha venido aquí?

La niña respondió que nadie había entrado y que él mismo podía buscar. El gigante revisó toda la habitación, pero ¿cómo iba a ver a la hormiga escondida bajo la cama? Al final, se convenció y se fue.

Un día, aprovechando que el gigante estaba de buen humor porque había comido y bebido bien, la niña le preguntó:

—¿Dónde tienes el alma? ¿Por qué no te pueden matar?

El gigante le dijo que era un secreto, pero que se lo contaría si ella guardaba silencio, porque si no, la mataría.

—Mi alma está en un cerdo blanco que sale todos los días a las doce a la orilla del río. Del cerdo sale una paloma, y de la paloma, un huevo. Mientras no maten al cerdo y a la paloma, y no rompan el huevo, nadie podrá matarme.

Cuando el hombre volvió, la niña le contó lo que había dicho el gigante.

Entonces, el hombre ya sabía cómo matar al gigante y se fue al río. Allí esperaba en medio del monte, justo a las doce, cuando apareció el cerdo blanco. El hombre dijo:

—Con el don que Dios me ha dado, que me convierta en león.

Y el león saltó sobre el cerdo y lo mató. En ese momento, el gigante en el castillo empezó a sentirse mal, enfermo y furioso con la niña, dispuesto a matarla, diciendo:

—Seguro que me has dicho dónde está mi alma —pero ya no podía levantarse.

Del cerdo salió volando una paloma, y el hombre dijo:

—Con el don que Dios me ha dado, que me convierta en halcón.

El halcón persiguió y mató a la paloma. El gigante estaba agonizando, entonces el hombre sacó y rompió el huevo, y el gigante murió… La vida del gigante estaba en el huevo de la paloma.

Así salvó a la hija del rey. El rey le entregó una gran cantidad de plata.

Versión original

Dice que había una vez un gigante que había robao a la hija del Rey. La tenía secuestrada a la niña en su castillo, encerrada en un cuarto en donde nadie podía entrar ni verla.

El Rey mandaba a sus ejércitos bien armados a secuestrar a la niña pero el gigante los enfrentaba y peliaba solo. ¡Puf!, partía en dos a los soldados con su sable. Las balas no le entraban y los hombres tenían que huir o desparramarse dejando un tendal de compañeros muertos.

Otra vez el Rey mandaba a sus hombres más valientes con la esperanza de vencer al gigante y rescatar a la niña, pero una y otra vez los peliaba y vencía no más. Dice que los soldados lo partían y hacían pedazos pero el gigante se volvía a juntar y los seguía peliando hasta vencerlos. Ya el Rey estaba triste y ofrecía dar a la niña en matrimonio al hombre capaz de rescatarla y darle también todo su reino.

Un día se presentó al Rey un hombre humilde y pobre. Este hombre había recibido de Dios la virtú de convertirse en cualquier animal que él quería, y en cualquier momento. El hombre le dijo al Rey que él era capaz de vencer al gigante y rescatar a la niña. El Rey no le hizo caso, pero, como nada podía perder con probar al hombre, le dijo que vaya a cumplir su palabra, pero que si lo engañaba sería castigado.  

El hombre se fue confiado en el poder que Dios le había dado en premio a sus buenas acciones. Llegó al castillo donde pesadas y fuertes puertas, así como murallas altas y dobles no permitían entrar. Entonces dijo:

-Con el arte que Dios me ha dao, que me convierta en hormiga -y en el acto se transformó en hormiga.

Entró al castillo por el ojo de la cerradura y llegó al cuarto en donde estaba la niña. Entonces dijo:

-Con el arte que Dios me ha dao que me convierta en hombre -y se convirtió en el acto en hombre otra vez. La niña quiso gritar asustada, pero él le dijo que se callara, que venía a rescatarla mandado por el Rey. Entonces le dijo a la niña que le pregunte al gigante en dónde tenía su alma y que él volvería otra vez. En ese momento se oyeron fuerte pisadas del gigante que venía al cuarto de la niña, pero el hombre se había vuelto otra vez hormiga. El gigante abrió la puerta, entró y dijo:

-¡Siento olor a carne humana! ¿Quién ha venido aquí? La niña le contestó que nadie había venido y que él mismo podía buscar. El gigante buscó en toda la habitación, pero ¿qué lo iba a ver si el hombre convertido en hormiga estaba bajo el catre, bien prendida? Al fin el gigante se convenció y se fue.

La niña un día, aprovechando que el gigante estaba de buen humor, pues había comido y bebido bien, le preguntó:

-¿Adónde tenés l’alma? ¿Por qué no te pueden matar? El gigante le dijo que eso era un secreto pero que le iría a contar siempre que ella lo guarde, porque de lo contrario la mataría. 

-Mi alma está en el chancho blanco que sale todos los días a las doce a la orilla del río. Del chancho sale una paloma y de la paloma un huevo. Mientras no maten al chancho y a la paloma y rompan el huevo, nadie podrá matarme.

Y entonces cuando volvió el hombre le contó lo que le había dicho el gigante.

Bueno, entonces ya sabía el hombre cómo matar al gigante y claro, se fue al río. Áhi estaba esperando en medio ‘el monte, cuando justo, eran las doce y salió el chancho blanco y el hombre dijo:

-Con el arte que Dios me ha dado que me vuelva un león.

Y el león saltó encima del chancho y lo mató. En ese momento el gigante del castillo empezó a sentirse mal, enfermo, y estaba furioso con la niña, ya para matarla, diciendo:

-Seguro que has avisado adonde tengo mi alma -pero no podía ya levantarse.

Del chancho salió volando una paloma y el hombre entonces dijo:

-Con el arte que Dios me ha dao que me vuelva un halcón, y el halcón persiguió y mató a la paloma. El gigante mientras tanto ya estaba en agonía y entonces el hombre sacó y rompió el huevo y el gigante murió… La vida del gigante estaba en el huevo de la paloma.

Y así salvó a la hija del Rey. El Rey le dio una carga de plata.

Fabriciano Cazón, 79 años. Santa Bárbara. Valle Grande. Jujuy, 1953.

Campesino. Buen narrador.

Cuento popular argentino recopilado por Berta Vidal de Battini en Cuentos y Leyendas populares de la Argentina en 1980, texto publicados en la Biblioteca Virtual de Miguel de Cervantes

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