culebra 7 cabezas
Cuentos con Magia
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Criaturas fantásticas
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La Serpiente de las Siete Cabezas, Versión Castellano Estándar

Había una vez un padre viudo que quedó solo con dos hijos: un niño y una niña más pequeña. Al tiempo, el padre se juntó con otra mujer. Al principio, la madrastra fue buena, pero con los días se volvió mala.

Un día, ella le dijo al hombre que, si quería seguir viviendo con ella, tenía que deshacerse de los niños. Si no, ella se iría. El padre, por no perder a la mujer, decidió abandonar a los hijos. Les preparó provisiones y los llevó muy lejos.

Los dejó solos en una montaña, diciéndoles que iba a dar agua a los animales y que regresaría. Pero nunca volvió.

Cuando se les terminó la comida, los niños no tuvieron más opción que regresar a la casa. Varios días después, lograron llegar.

La madrastra, mientras tanto, decía a todos:
—¿Dónde estarán los pobrecitos niños? ¡Si me sobra comida para darles!

Y justo entonces aparecieron los niños y dijeron:
—Aquí estamos, mamita.

Durante unos días, la madrastra los trató bien otra vez. Pero luego volvió a maltratarlos y le dijo al hombre que debía abandonarlos aún más lejos, donde no pudieran regresar.

El padre así lo hizo. Esta vez los llevó tan lejos que los niños ya no sabían cómo volver. Cuando se les terminó la comida que habían llevado, y lloraban de hambre, se les apareció una viejita.

La anciana les preguntó qué hacían ahí, y ellos le contaron que su padre los había dejado. Entonces ella les dio pan, azúcar y yerba, pero les advirtió que no debían comerse todo el pan de una vez, sino por pedacitos. Y así lo hicieron: comían todo el día y el pan no se terminaba.

Luego llegaron dos perros que se quedaron con ellos. Se llamaban Rompefierro y Rompecadena.

Un día, el niño fue a buscar miel junto con Rompefierro, mientras que la niña se quedó con Rompecadena.

Mientras estaban separados, se le apareció a la niña un hombre llamado Crespín, que quería llevársela. Ella se negó, pero él le dijo que mataría a su hermano si no lo seguía. Entonces, la niña fingió aceptar, mientras el perrito escuchaba todo.

Al atardecer, cuando el niño regresó con la miel, el perro corrió a su encuentro y le dijo:
—Vino un hombre a llevarse a tu hermana. Te quiere matar. Si estás en peligro, gritá: “¡Rompefierro! ¡Cortacadena!”

Después, el hombre y la niña ataron al niño con cadenas, pero él gritó como le habían dicho:
—¡Rompefierro! ¡Cortacadena!

Y los perros llegaron, lo liberaron y mataron al tal Crespín.

El niño se enojó con su hermana y la hizo subir a un árbol, mientras él bajaba cortando con el machete, dejándola atrapada. La niña no pudo bajar y entonces se transformó en pájaro. Desde el árbol gritaba:
—¡Crespín! ¡Crespín!

El niño siguió su camino y encontró a una princesa que el Rey había abandonado para que un monstruo de siete cabezas se la comiera. El Rey había prometido que quien matara al monstruo se casaría con la princesa.

El joven decidió quedarse a enfrentar al monstruo con la ayuda de sus perros. Pero estaba tan cansado que se durmió. El monstruo ya se acercaba y la princesa no podía despertarlo. Lloró, y una lágrima suya cayó sobre la cara del muchacho, que despertó. Con ayuda de los perros, logró matar al monstruo y le sacó las siete lenguas. Le pidió a la princesa que no dijera nada.

Luego, un negro del palacio apareció, encontró al monstruo muerto y se lo llevó al Rey, diciendo que él lo había matado.

El Rey, agradecido, organizó una fiesta para casar a su hija con el supuesto salvador. Pero la princesa no quería casarse con el negro. Durante el banquete, cuando le sirvieron el primer plato, uno de los perros del muchacho se lo quitó. Con el segundo plato, lo mismo. Entonces el Rey preguntó de quién eran esos perros. La princesa rompió en llanto y confesó que el verdadero salvador era el dueño de los perros.

Mandaron buscarlo. Él vino y, cuando el negro insistió en que él había matado al monstruo, el muchacho pidió que le revisaran si tenía las lenguas. Como no tenía ninguna, él sacó de su bolsillo las siete lenguas y las mostró.

Entonces el Rey mandó que su hija se casara con el joven, y se casaron. Y todos quedaron felices.

Versión ORIGINAL del Cuento

Era un padre viudo que quedó con dos hijos, un varoncito y una mujer más chica. El padre se civiló con otra mujier. La madrasta era buenita en los primeros días y después s’hizo mala, la madrasta.

Después ella ha dicho al hombre que si quiere vivir con ella, que los bote a los hijitos, y si quedan los hijitos ella se va. Y el padre, por no dejarla a la mujier, llevó a botarlos a los hijitos. Y les llevó bastante avío pa que coman. Y los llevó muy lejo.

Y él los dejó solos en una montaña. Y él les dijo que se quedaran áhi ellos, que él s’iba a darles agua a los animales. Y no volvió más.

Y después se les acabó el avío a ellos y no tenían qué comer, y han vuelto a la casa; a los varios días han llegado. 

Y la madrasta que decía a todos que adónde ‘tarían los hijitos para darles de comer -que le sobraba la comida. Y cuando ha dicho así se han presentado los hijitos y ellos dijeron:

-Aquí’tamos, mamita.

Y otra vez unos días los ha teníu bien la madrasta. Y otra vez los ha vuelto a tratar mal y li ha dicho al hombre que los tiene que botar más lejo.

Y otra vez los llevó el padre más lejo, que no vuelvan más. Y áhi ‘taban ellos. Y cuando ha acabau todo lo que habían llevau, y ellos lloraban, se les presentó una viejita y les ha preguntau qui hacían. Y ellos le han contau que el padre los ha botau. Y les ha dejau pan, azúcar y yerba. Pero que no lo tienen que acabar al pan, les ha dicho, que tienen que comer de pedacitos. Y que ellos comían todo el día el pan, y que el pan quedaba lo mismo.

Y después se les han presentau dos perros y si han quedau con ellos, y que se llamaban Rompefierro y Rompecadena.

Y el chango si ha ido a buscar miele con Rompefierro y la chica si ha quedau con Rompecadena.

Y cuando si ha ido el chango se le ha aparecido a la chica un hombre, que se llamaba Crespín. El hombre lo quere llevar a la chica, y la chica, no lo quere seguir al hombre. Y el hombre ha dicho que lo va a matar al hermano, y lo va a llevar a la chica. Y la chica ha dicho que sí. Y el perrito ha ‘stau oyendo todo.

Y ha veníu el muchacho a la tarde, traendo miel. Y el perrito ha salíu corriendo a toparlo al chango y le ha contau:

-Ha veníu un hombre a llevar a tu hermana. Te va a matar a vos y lo va a llevar a tu hermana. Vos tenís que gritar cuando estés en peligro: ¡Rompefierro! ¡Cortacadena!

Y después el hombre y la hermana lo han encadenau al chango y el chango ha gritau: ¡Rompefierro! ¡Cortacadena! Y áhi han llegado y lo han salvado al chango de los fierros y las cadenas y lu han matau al Crespín.

Y si ha enojau el chango y la ha hecho subir a la hermana a un árbol y él si ha bajau dejajando con el machete. Y la chica no si ha podíu bajar y áhi si ha hecho pájaro y que gritaba:

-¡Crespín! ¡Crespín!

Y si ha ido el chango. Y ‘taba yendo y ha encontrau una princesa que el Rey había botau para que un bicho lo comiera. Y que era un bicho de siete cabezas. Y el que lo salvara se casaba con la princesa. Y el muchacho se ha quedau para matarlo al bicho con sus perros.

Y el muchacho ‘taba cansau y se ha quedado dormido. Y el bicho venía cerca y ella, la princesa, no lo podía hacer dispiertar. Y ella lloraba, y ha gotiau una lágrima y cayó sobre la cara del chango y dispiertó. Y los dos perros lo han ayudado a matalo al bicho. Y después le ha sacado el muchacho las siete lenguas al bicho. 

Y le ha dicho que se calle, a la princesa, que no diga nada.

Y ha venido un negro del palacio y lo ha llevado al bicho y ha dicho que él lo ha matado al bicho.

Y se ha hecho una fiesta porque el Rey la quería hacer casar a la Princesa con el negro. Y la Princesa no se quería casar con el negro. Y han estado en el banquete y cuando le han servido el primer plato al negro un perro del muchacho ha entrado y le ha sacado el plato. Y cuando le han servido al negro el segundo plato el otro perro le ha sacado el plato también. Entonces el Rey ha dicho que de dónde son esos perros. Y la Princesa lloraba y decía que el dueño de los perros era el que ha muerto al bicho de siete cabezas. Y han ido a buscar al dueño de los perros. Y ha venido. Y el negro decía que él había muerto la serpiente de siete cabezas y por eso la ha traído. Y el muchacho ha dicho que miren si tienen lenguas y han visto, y no tenían. Entonces él sacó las siete lenguas del bolsillo. Y áhi el Rey ha dicho que se case con el chango y se han casado. Y han quedado todos contentos.

Adelina de López, 34 años. Villa Mercedes. Rosario de Lerma. Salta, 1952.

La narradora, nativa del lugar, aprendió el cuento de la madre que era una buena narradora colla.

El cuento contiene motivos de otros cuentos tradicionales como el de Los niños abandonados en el bosque.

Cuento popular argentino recopilado por Berta Vidal de Battini en Cuentos y Leyendas populares de la Argentina en 1980, texto publicados en la Biblioteca Virtual de Miguel de Cervantes

Berta Vidal

Berta Vidal de Battini (1900-1984) fue una folclorista, escritora, investigadora y docente argentina, con una labor importante en el estudio e investigación de la cultura argentina.

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