

Hubo una vez, una boda en la ciudad de Curragraigue. Tras la ceremonia, los invitados quedaron solos bebiendo y brindando por los novios, la joven esposa salió con algunas amigas y el novio al rato había salido tras ella, cuando el recién casado irrumpió en la habitación con gran angustia.
—¡Oh!— exclamó—. Margaret ha sido robada por las hadas, estoy seguro. Las jóvenes no habían salido de la habitación ni medio minuto cuando entré, y no hay ninguna señal de ella, como si nunca hubiera existido. ¡Las hadas se la han debido llevar!
Prevaleció una gran consternación. Se organizó una búsqueda pero no hubo rastro de Margaret. Después de pasar un día y una noche en la impotencia, el pobre novio se acostó para descansar un poco. Al cabo de un rato le pareció despertar de un sueño inquietante donde veía la misma habitación en la que se encontraba durmiendo. La luna brillaba a través de la ventana y, en medio de los rayos de luz, estaba Margaret con su traje nupcial blanco. Pensó en hablar y saltar de la cama, pero su lengua estaba muda y sus miembros incapaces de moverse.
—No te molestes, querido esposo—, dijo la esposa; —Ahora estoy bajo el poder de las hadas, pero si tienes valor y prudencia, pronto podremos volver a ser felices juntos. El próximo viernes será víspera de mayo, y toda la corte de hadas saldrá del viejo fuerte después de medianoche. Debo estar allí junto con el resto de hadas. Rocía un círculo con agua bendita y lleva contigo un cuchillo de mango negro. Si tienes el coraje de sacarme del caballo y llevarme al círculo, todo lo que podrán hacer para recuperarme será ser inútil. Debes tener algo de comida para mí todas las noches en la cómoda, porque si pruebo un bocado de su comida hada, estaré perdida para ti para siempre. Las hadas obtuvieron poder sobre mí porque solo estaba pensando en ti, y no me preparaba como debía para el sacramento. Hice una mala confesión y ahora estoy sufriendo por ello. No olvides lo que te he dicho.
—Oh, no, cariño—, gritó, recuperando el habla, pero cuando salió de la cama, no había nadie en la habitación excepto él mismo.
Hasta el viernes por la noche el pobre joven marido pasó un tiempo desolado. Cada noche reservaba comida en el aparador, y todos se alegraban al descubrir que la comida había desaparecido por la mañana. El último día, un poco antes de medianoche se encontraba en la entrada del viejo rath, como llaman en irlanda a los círculos sagrados. Caminó sobre el rociando el círculo con agua bendita, tomó su lugar dentro de él y sostuvo con fuerza el cuchillo de mango negro listo para usarlo. Por momentos, allí esperando, estaba agitado y nervioso, temiendo perder para siempre a su amada esposa, otros momentos ardía de impaciencia por librar una lucha.

Por fin, el lugar se transformó, y el viejo fuerte con sus piedras altas y oscuras cercas tupidas que se recortaban contra el cielo, fue en un momento reemplazado por un palacio y su patio. Mil luces brillaban desde las ventanas y la elevada entrada del vestíbulo; los asistentes apostados alrededor del patio blandían numerosas antorchas; y una numerosa cabalgata de damas y caballeros ricamente ataviados se dirigía hacia la puerta donde se encontraba el joven.
Mientras pasaban junto a él riendo y bromeando, no podía decir si eran conscientes de su presencia o no. Miró atentamente cada rostro a medida que se acercaba, pero pasó algún tiempo antes de que viera el querido rostro y la figura de su amada, transportados en un corcel blanco como la leche. Ella lo reconoció al momento y en su rostro se dibujó una sonrisa.
No logró que la multitud guiara al animal cerca del anillo de poder; Así que de repente salió corriendo de sus límites, la tomó en sus brazos y la levantó. Gritos de rabia y furia surgieron por todas partes; los rodearon y le apuntaron con armas a la cabeza y al pecho para aterrorizarlo. Parecía inspirado por un coraje y una fuerza sobrehumanos, y empuñando el poderoso cuchillo pronto despejó un espacio a su alrededor, todos parecían consternados al ver el arma. No perdió tiempo, sino que atrajo a su esposa al interior del círculo, en el que ninguno de los miles de personas que lo rodeaban se atrevió a entrar. Gritos de burla y desafío continuaron llenando el aire durante algún tiempo, pero la expedición no pudo retrasarse y continuaron su marcha.
Cuando el final de la procesión pasó por la puerta del círculo dentro del cual la pareja mortal se abrazaba y se protegían uno al otro, la oscuridad y el silencio cayeron sobre el viejo rath y los campos circundantes, y la novia rescatada y su amante respiraron con alibio.
No detendremos al sensible lector en el feliz camino a casa, en la alegría que saludó su llegada y en todos los ansiosos chismes que ocuparon la ciudad y los cinco que la rodean durante un mes después del feliz rescate.
Cuento popular irlandés recopilado por Patrick Kennedy (1801-1873) publicado en 1866
Patrick Kennedy (1801-1873), fue un folclorista de Wexford, Irlanda.
Fue librero y educador, con un importante trabajo como coleccionista y editor de cuentos y folclore irlandés.