Era una aguililla que tenía un nido en un pino muy alto, muy alto, y la zorra andaba por ahí y no tenía comida. No encontraba na
da y tenía hambre. Y en esto que vio a la aguililla y le dice:
—Aguililla, aguililla, dame un hijo tuyo.
Y el aguililla le respondió:
—No, no. ¿Cómo te voy a dar un hijo? Son míos.
Y respondió la zorra:
—Pues como no me des un hijo, rabo corta mocha, rabo corta mocha, rabo corta mocha, rabo corta mocha…
Y la aguililla asustada le tiró un hijo del nido. La cría calló y la zorra se la comió.
Al otro día, venía la zorra con mucha hambre, vio a la aguililla y le pidió que le tirara un hijo. Como la aguililla no le tiraba ninguno, la zorra volvió a repetir:
—Pues como no me des un hijo, rabo corta mocha, rabo corta mocha, rabo corta mocha, rabo corta mocha…
La aguililla asustada se lo tiró y la zorra se lo comió.
La aguilucha lloró y lloró.
Pasaba el alcaraván vio al aguililla llorando y le dice:
—¿Qué haces, amiga aguililla? ¿Por qué lloras?
Y responde:
—Pues mira, ha venido la zorra dos veces, que tenía mucha hambre y la he tenido que dar un hijillo, y si no la doy el hijo me ha dicho que “rabo corta mocha”.
Y la dice:
—Pues mira; cuando venga otra vez la zorra y te diga que “rabo corta mocha”, la dices: “Rabo que no tiene acero no corta madero”.
Conque viene la zorra y dice:
—Aguililla; aguililla, dame un hijo, que tengo mucha hambre.
Y el aguililla respondió:
—No, no te doy un hijo.
Dice:
—Como no me des un hijo, rabo corta mocha, y os como a todos.
Y aguililla, recordando lo que le dijo el ancaraván respondió:
—Rabo que no tiene acero, no corta madero.
Y dice la zorra:
—¿Quién te lo ha dicho?
—Mi amigo el alcaraván.
—Pues ahora voy al alcaraván y donde le encuentre le como.
Y ya corrió y corrió por todo el bosque hasta que encontró al alcaraván, y le encontró dormido y de un mordisco lo agarró con fuerza para comerlo.
Y el alcaraván, cuando se ve en las fauces de la zorra le dice:
—¡Oh! ¿Por qué me das caza? Yo no te hice nada.
Y la zorra feliz dice:
—Te he comido por decir a la aguililla que rabo no corta mocha.
El alcaraván, que es muy astuto, le dijo:
—Huy, pues ahora tendrías que decirles a todos que me has comido, para que tengan más miedo. Tienes que gritar “alcaraván comí”, para que todos lo sepan.
Y dice la zorra:
—¡Alcaraván comí! — pronunciando mal, porque sujetaba con sus colmillos al alcaraván.
—Dilo más fuerte, que te oigan.
—¡Alcaraván comí! — repitió la zorra.
—Dilo más fuerte, que te oigan.
Entonces la zorra, cogió aire y gritó:
—¡Alcaraván comííííííííííí!
Y aprovechando que abrió la boca, salió el alcaraván corriendo y dijo:
—A otro tonto, que no a mí.
Cuento popular tradicional Alcaraván comí, origen Castilla, España
Recopilado en : Érase que se era… Cuentos duales. Cuentos tradicionales de Castilla y León, recopilación y estudio de Joaquín Díaz, Urueña: Editorial Castilla Tradicional, 2008.
Joaquin Diaz (1947) es un músico, folclorista español.
Realiza un importante trabajo de investigación y divulgación de la cultura tradicional y folklore, con multitud de publicaciones en libros, discos, romances, canciones, cuentos, leyendas…