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Mitología
Mitología

El mito de los Nommo proviene del pueblo Dogón de Mali, en África Occidental. Es una de las leyendas más enigmáticas del mundo pues en ella, una referencias astronómicas que se adelantaron mucho a su época.

la leyenda cuenta así:

Hace mucho, mucho tiempo, cuando todo era espacio profundo, existía un ser llamado Amma, el Dios supremo de los Cielos.

Amma creo un huevo cósmico brillante cargado de posibilidades. Cuando el huevo se abrió, emergió el primer ser viviente: Nommo, una criatura anfibia, hermafrodita, con cuerpo de pez y alma de sabiduría.

En poco tiempo, Nommo se multiplicó generando cuatro pares de gemelos:

Nommo Anagonno fue el nombre del Nommo sacrificado y regenerador del orden y Ogo o Yuyugu, el gemelo malvado que desobedeció a Amma.

Los otros gemelos no tenían nombres definidos, se consideraban manifestaciones de Nommo, se les conocía por sus atributos y se les representaba como la renovación, el agua, la voz o el sacrificio.

Los gemelos Nommo eran los espíritus ancestrales y guardiantes del orden y el conocimiento. Pero Ogo, movido por el orgullo y el deseo de independencia, rompió el equilibrio de Amma, descendiendo al mundo antes de tiempo, sin esperar la bendición de Amma, el dios creador.

Para hacerlo robó una porción del huevo del universo, y en la Tierra, intentó crear por su cuenta, sin respetar el orden divino.

Ogo trajo así el caos y la sequía.

Para restaurar la armonía, Amma tubo que sacrificar a otro de sus gemelos. Desmembró su cuerpo y lo esparció por todo el universo. Cada fragmento del Nommo sacrificado se convirtió en una fuente de vida, y eso dio origen a los elementos y los seres que habitan el mundo.

Tras esto, los Nommo descendieron a la Tierra en una embarcación resplandeciente, con fuegos y truenos. Fue la llama que cayó del cielo. No era un rayo, ni una nube, ni una estrella, era un barco luminoso, forrado con truenos y llamaradas de fuego de colores que atravesó los cielos en una semilla. Navegó por los cielos hasta que encontraron tierra fértil. Allí descendieron, cavaron un hueco y lo llegaron de agua para sumergirse, porque los Nommo necesitan agua para vivir, porque son hijos del firmamento, pero también son nietos del océano de las estrellas.

De este lago sin nombre que los Nommo crearon, salieron uno a uno. Pero su cuerpo no se separaba del agua, cuentan que su palabra era húmeda y por donde ellos caminaban o se quedaban quietos, quedaban charcos. Pareciera que ellos traían el agua para poder vivir en ella.

Los humanos se acercaron y los Nommo les enseñaron muchas cosas. Les dieron el arte de nombrar las cosas en forma de lenguaje. Les dieron la ciencia de sembrar la tierra, el canto y la música, y les enseñaron a convivir en paz y reunirse en comunidad alrededor del fuego.

Los Nommo aseguraron que venían de una estrella invisible al ojo humano llamada Po Tolo, una estrella que en 1862 fue identificada como Sirio B, una enana blanca que orbita junto a Sirio. Esta estrella orbita con un ciclo de 50 años. Según el pueblo Digón, es la fuente del alma del universo, y es infinitamente pesada, porque es la semilla de toda creación.

Cuando se fueron, prometieron regresar, y cada 50 años, tal como es el ciclo de la órbita de Po Tolo, el pueblo Dogón celebra el festival Sigui, donde los Dogón tallan una máscara sagrada de casi siete metros de alto, viajan de aldea en aldea y cantan en lenguas que sólo los ancestros conocen, las melodías que los Nommo enseñaron a los humanos.

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