Una vez hubo y una vez no hubo, un otomano sultán que emitió un fuerte edicto contra el uso de bebidas alcohólicas en su tierra.
Un día, poco tiempo después de que se declarara esta prohibición, el sultán se preguntó qué tan bien se estaba obedeció. Le pidió a su gran visir que investigara este asunto. Después de viajar aquí y allá en la zona de Estambul, el visir regresó e informó al sultán. Dijo:
—Su Majestad, su gente parece estar siguiendo su orden muy estrictamente.
Unos días más tarde, el sultán le dijo a su gran visir:
—Vayamos a Oskiidar y veamos qué tan bien está la gente en de ese lado del Bósforo se abstienen del uso de alcohol.
Viajando disfrazados por razones de seguridad, diríjiéronse al paseo marítimo y contrató un taxi acuático para tomar ellos a Oskiidar. Después de que el barquero llevaba varios minutos remando sacó una jarra y bebió varios tragos de ella. El sultán preguntó al barquero:
—¿Qué estás bebiendo?
—Es sólo agua.
—¿Puedo tener un poco también?— preguntó el sultán disfrazado.
El barquero le entregó el cántaro al sultán y continuó remo. El sultán tomó dos o tres tragos del jarra y luego dijo:
—Esto es muy sabroso, pero es en realidad vino. ¿No sabes que el sultán ha prohibido todo? ¿Beber alcohol en toda la tierra que él gobierna?
—Sí, sé que está prohibido beber en todo el país. Pero su edicto no prohibía beber alcohol mientras estás en el mar.
Enojado por lo que consideraba arrogancia en el parte del barquero, el gobernante le gritó:
—¿Acaso no sabes con quién estás hablando? ¡Yo soy el sultán!
—¡Sí!— dijo el barquero. —Y si bebes más de ese lanzador, probablemente pensarás que ¡Tú eres Alá!
Cuento popular turco de tradición oral, narrado por Kadir Nalbant
Los cuentos populares, las leyendas, las fábulas, la mitología…, son del pueblo.
Son narraciones que se han mantenidos vivas transmitiéndose oralmente, por las mismas personas del pueblo. Por ello no tienen dueño, sino que pertenecen a las gentes, a la folclore, a las distintas culturas, a todos.
En algún momento, alguien las escribe y las registra, a veces transformándolas, a veces las mantiene intactas, hasta ese momento, son voces, palabras, consejos, cosas que «decía mi abuelo que le contaba su madre…»