A la luz de la luna
un hombre nada cuerdo,
perseguí á su sombra
con indecible empeño.
« ¡Párate — le decía.
— ¿No ves que ya no puedo
seguirte, y el cansancio
va acabar con mi cuerpo?»
Mas como el pobre loco
corría, al decir esto,
siempre continuaba
la sombra ante él corriendo.
Fáltanle, al fin, las fuerzas;
se sienta, y en el suelo
la inseparable sombra
viene a tomar asiento.
« ¡También estás cansada ,
le dice. — ¡Lo comprendo
Pero el por qué me huyes
a comprender no llego.
Yo quisiera alcanzarte,
es vano mi deseo.
Ahora estás á mi lado;
mas tocarte no quiero,
que donde no hay victoria,
yo galardón no encuentro.»
Esto dicho, levántase;
torna a correr de nuevo,
delante, la sombra
sigue también corriendo.
Detiene un poco el paso,
aquel fantasma negro,
rasando por la tierra
como tendido espectro,
continúa marcando
los pasos de su dueño.
Sigue el loco su marcha ,
increpando severo
la móvil silueta,
que de sus pies partiendo,
se achica ó se agiganta
según está el terreno;
un murallón distínguese,
trozo de blanco lienzo
de pared , respetado
por la segur del tiempo.
«Anda , — dice á la sombra ,
—anda, que allí te estrello.»
y apresurando el paso.
y ella no deteniéndolo ,
ante aquel muro llegan.
Mas no logra su intento
el loco pues la sombra
s in duda algo temiendo
se le pone al costado
y se achica en extremo.
« ¿No he de alcanzarte?—exclama
— pues adiós ; te desprecio.
Ya no he de perseguirte
ya en libertad te dejo.»
Y le volvió la espalda
en cuanto dijo aquello.
Pero entonces la sombra
que él iba persiguiendo
se pone á perseguirle
sin dejarlo un momento.
«¡Ah, — dice el pobre loco
— no negarás tu sexo.
Me huyes si te busco;
me buscas si te dejo.»
En muchas ocasiones
la Fortuna hace eso.
Cuento popular ruso adaptado por José Carlos Bruna (1840-1927)
José Carlos Bruna (1840-1927) fue un escritor andaluz, que estudio en Italia y trabajó como catedrático, periodista, diplomático y escritor.
Una mente muy polifacética con un personal toque pícaro y moderno en sus obras.