
Los Comechingones son el pueblo originario que habitaba la región de Córdoba (Argentina) antes de la llegada de los españoles. Se establecieron en Capilla del Monte, San Marcos Sierras, Ongamira y Valle de Punilla. Los Comechingones consideraban del Cerro de Uritorco sagrado.
Para los Comechingones, la naturaleza está viva y llena de espíritus. Los ríos, los árboles, todo son espíritus, y viven en conexión con la naturaleza, en equilibrio con los espíritus de la naturaleza.
Uritorco es considerado un lugar poderoso, lleno de energía, donde viven los espíritus.
Los chamanes acuden a las cuevas y allí tienen visiones, reciben mensajes sagrados y se comunican con los espíritus.
Antes de las batallas, los guerreros también iban a la montaña a pedir su bendición para la lucha.
Las gentes aseguraban que escuchaban voces y ecos de los espíritus, sus voces les guiaban, les prevenían de los peligros y les ayudaban cuando les necesitaban.
Los Comechingones fueron completamente diezmados por los españoles en el s XVI. Los sobrevivientes se mezclaron con otras culturas indígenas, o se ocultaron en la sierra.
La mujer Sol y el hombre Luna
Hace mucho tiempo, la mujer Sol danzaba al amanecer sobre los cerros para saludar al Dios Inti, el Sol. A lo lejos, el solitario espíritu del hombre Luna, desde la oscuridad, contemplaba a la bella mujer danzando.
Cada día, la mujer Sol danzaba, y a lo lejos, en la noche, el hombre Luna la contemplaba.
Una noche de eclipse lunar, tras su danza, la mujer subió a su cueva en lo alto del cerro, y allí encontró al hombre Luna. Esa noche se amaron en silencio, pero cuando llegó el día, ella desapareció con los rayos del sol.
Desde entonces, cada eclipse, se dice que el hombre Luna y la mujer Sol se encuentran y danzan juntos.
Cuevas vivas
En la zona de Capilla del Monte, Los Terrones y Ongamira, las cuevas están vivas.
Para los Comechingones, las cuevas son portales mágicos a otros mundos. Algunas están escondidas, otras se ven a simple vista. Pero las cuevas cambian de forma y sus recorridos se abren cuando quieren.
Se convierten en pasadizos largos, algunas veces inmensos y otras muy estrechos y escarpados. Cuentan incluso que hay cuevas que cuando se abren, puedes descender en espiral y parece que no tienen fondo.
Los chamanes podían entrar y estaban días, luego de recorrer su interior, regresaban y contaban lo que habían visto, los nuevos mensajes o las visiones que les habían revelado. Estas cuevas eran portales mágicos que sólo se abrían a quien supiera abrirlas, o a quien ellas reconocían como sagrado y amigo de los espíritus de la montaña.
Pero también eran peligrosas. A veces las cuevas, ante una persona egoísta, codiciosa o con miedo, se abría y dejaba que la persona entrase. La persona se perdía en su interior y nunca más regresaba, allí el tiempo cambiaba, la mente cambiaba, y si alguna vez lograban salir, lo hacían envejecidos, enfermos, con los ojos oscuros, sin memoria alguna de quién era o cómo había llegado donde estaba.
Los chamanes cantaban:
Quien entra con corazón oscuro, no vuelve.
Quien entra buscando luz, pierde su sombra
Aun hoy día, cuando entras en estas cuevas puedes perder la noción del tiempo, sentir que estás siendo observado y que la cueva se transforma a tu paso, o se transforma de una vez para la siguiente.
Algunas personas sienten que algo les chupa toda su energía, salen agotados, sin fuerza ni si quiera para hablar.
¿Qué había dentro de las cuevas sagradas?
Los chamanes cuentan que en las cuevas había sabios de piedra. Eran antiguos chamanes o sabios, que se fundían con la montaña para continuar protegiendo a su pueblo, y con el tiempo se convertían en piedra. Pero sus voces y su halo de sabiduría aun estaba impregnando en las piedras mágicas.
Si el chaman viajaba más a lo profundo, encontraba los animales de humo, de vapor y sombra, espectros negativos que podían asfixiar tu alma. Los chamanes decían:
El humo tiene cuerpo si tu mente lo cree. Pero si lo temes, el humo se vuelve garra.
Cuando una persona se encontraba con un espectro de humo, debía mantenerse firme y equilibrado, sin pensamientos y con el corazón puro. Entonces el espectro no hacía nada e incluso le podía guiar en el viaje interior, pero si el hombre dudaba, tenía miedo, o atacaba, el espectro se abalanzaba contra la persona y le robaba su energía vital.
También había unos portales en espiritual que viajaban hacia el interior. Si ibas limpio, centrado, el camino te conducía a otros planos de luz, te llevaba a una ciudad de luz donde vivían sabios y las personas que lograban llegar ahí tenían visiones cósmicas del origen de todos los tiempos, de la vida y de más allá de la vida. En estos lugares se sanaban y aprendían grandes lecciones de la vida.
Pero si la persona se dispersaba, estos portales absorbían la esencia y la energía de la persona, la cual, nunca regresaba
El portal no se abre con llaves. Se abre con silencio
Erks
Actualmente, en esa zona se considera que hay una entrada secreta y mística a la ciudad espiritual de Erks, una ciudad de luz intraterrena a la que sólo pueden acceder quienes están espiritualmente preparados.
Erks está considerado un punto energético del mundo, y chamanes y sabios del mundo entero acuden a la región de Capilla del Monte a conectar con este centro espiritual.
Algunos aseguran haber escuchado cantos de la montaña, tener experiencias extracorpóreas, visiones y avistamientos extraños…
Durante años, en la zona hay muchos casos de desaparecidos durante días, horas, que regresan a la ciudad de Capilla del Monte sin saber lo que ha ocurrido ni dónde ha estado.
También hay testimonios de avistamientos, luces en el cielo en movimiento que algunos achacan a espíritus guardianes y otros a extraterrestres.
Aunque el origen de la creencia de Erks, un acrónimo de Endidad de Regeneración Kósmica Sideral, surge en los años 70, con Pedro Romaniuk, esta respaldada por diversas leyendas antiguas de la zona que hablan de pasadizos secretos en la montaña que se abren en a ciertas personas y conducen a lugares de luz donde residen los sabios espirituales.
El duende del algarrobo
Entre los espíritus protectores, el algarrobo tenía un duende que daba suerte y abundancia. Los Comechingones creían que el árbol sagrado del algarrobo, no sólo daba alimento, sombra y madera, sino también buena suerte.
Si ponías ofrendas, como semillas, tabaco o gemas en el algarrobo, su espíritu te visitaba, te cuidaba, te guiaba cuando estabas perdido en las sombras e incluso te ayudaba a encontrar otros tesoros.
Pero el duende del algarrobo también podía llegar a ser iracundo y vengativo con aquellos que le hacían daño. Cuando una persona cortaba un algarrobo sin permiso, el duende hacia que la persona enfermara, o se perdiera en el bosque y nadie más la volverá a encontrar.
La leyenda del espíritu de Uritorco
Cuenta la leyenda del pueblo Comechingón, que en lo alto del cerro de Uritorco, vive un gran espíritu guardián que protege todos los valles. En las noches que la cima está despejada, los chamanes pueden comunicarse con el gran espíritu de Uritorco.
Una vez, un guerrero intentó llegar a la cima para robar el corazón del cerro al gran espíritu, una piedra sagrada que le otorgaría grandes poderes. El guerrero subió al cerro, y una gran niebla se levantó, luego el viento rugió con fuerza, y el guerrero nunca más regreso. Desde entonces, todos saben que cuando la niebla cubre el cerro y el viento ruje, el espíritu está advirtiendo a los humanos de que tengan cuidado con su codicia y ambición.
Los espíritus de las piedras
Los Comechingones creían que las piedras eran espíritus petrificados. Cuentan que las piedras contienen toda la sabiduría de la Tierra y si en mitad de una ceremonia te acercas a ellas, te hablarán y sus susurros serán cantos que sólo tú podrás escuchar.
Cuenta la leyenda que un niño encontró una piedra que susurraba su nombre. El niño se acercó a la gran piedra y se sentó a su lado. Estuvo allí sentado mientras el gran espíritu de la roca le contaba secretos de las estrellas, los poderes mágicos de las plantas y el lenguaje de los animales. Cuando el niño dejó de escuchar, se levantó y al cabo de los años, se convirtió en el chamán más sabio que jamás se hubiera visto.