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La Doma del Buey, cuento Zen

Sabiduría
Cuentos con Sabiduría

Cuento Zen

1. La búsqueda del buey. 

Cuando salió en busca del buey, que nunca estuvo perdido, el boyero se alejó de sí mismo y acabó extraviado en lugares desconocidos. “En un yermo infinito, el boyero camina sólo entre las hierbas en busca de su buey”.

Por las praderas de este mundo, atravieso sin descanso los altos pastos en busca del toro.

Siguiendo el curso de ríos sin nombre, perdido en los senderos de montañas distantes,

Falto de fuerzas y exhausto, no puedo encontrar al toro.

Tan solo escucho a las langostas chirriar en el bosque durante la noche.

 2. Encontrar las huellas. 

Después de escuchar la enseñanza, el boyero ha aprendido parte de la verdad. Ha encontrado las huellas. “Las huellas del buey están agrupadas aquí y allá, bajo los árboles a la orilla del agua”.

En la orilla del río, bajo los árboles, ¡descubro las huellas!

Incluso sobre la hierba húmeda veo sus pisadas.

En lo más profundo de las más remotas montañas las he descubierto.

Estas señales no pueden ser ocultadas más que la propia nariz, cuando uno mira al cielo.

3. La visión del buey. 

El boyero, tras escuchar el bramido, de repente ve al buey y al contemplarlo se percibe a sí mismo. “El canto del ruiseñor se estremece en la copa de los árboles…Ya no existe un lugar donde el buey pueda esconderse”. 

Escucho el canto del ruiseñor.

El sol es cálido, el viento es suave, los sauces reverdecen junto a la orilla,

Aquí, ¡ningún toro puede ocultarse!

¿Qué artista puede dibujar esa enorme cabeza, esos majestuosos cuernos?

4. Capturar al buey. 

Por primera vez el boyero se topa con el buey que estaba oculto en el yermo. Pero el buey se siente bien allí y el boyero deberá domarlo para conducirlo al establo. “El boyero, tras muchos esfuerzos, ha capturado al buey. Ni por momento debe soltar las riendas

Consigo agarrar al toro tras una terrible lucha.

Su enorme poder y voluntad son inagotables.

Sube hasta el altiplano por encima de la neblina,

o permanece en un barranco impenetrable.

5. Domar al buey. 

Ningún pensamiento debe enturbiar la mente del boyero, sin vacilación ha de sostener las riendas. “El boyero no debe dejar ni por un momento el látigo o las riendas, pues, de otro, modo el buey saldría de estampida levantando una nube de polvo”. 

El látigo y la cuerda son necesarios.

De otro modo podría perderse en algún camino polvoriento.

Si se le sabe adiestrar se convierte en un animal muy dócil.

Entonces, obedece a su amo sin trabas. 

6. El retorno montado sobre el buey. 

El combate ha terminado. El boyero toca la flauta y canta montado sobre el buey que camina ya sin riendas. “El boyero conduce al buey al establo, lenta y delicadamente”.

Subido en el toro, tranquilamente regreso a casa.

El sonido de mi flauta resuena en la tarde.

Midiendo con mi mano la armonía pulsátil, dirijo el inagotable ritmo.

Cualquiera que escuche esta melodía se unirá a mí. 

7. Desaparece el buey y sólo queda el boyero. 

La dualidad ha desaparecido, el buey sólo era el anzuelo para alcanzar el secreto. “El boyero ha vuelto a casa con el buey. Ya no hay ningún buey. El boyero se sienta sin hacer nada”. 

En lomos del toro, llego a casa.

Estoy sereno. El toro también puede descansar.

El crepúsculo ha caído. En un reposo absoluto,

me desprendo del látigo y la cuerda, en el interior de mi morada de paja.

8. Olvido del buey y el boyero. 

Los deseos han sido olvidados y el significado de la santidad se ha quedado vacío. “Lo sagrado y lo profano han desaparecido, el camino se termina sin dejar rastro”.

Látigo, cuerda, persona y toro, todos se fusionan en la Nada.

Este cielo es tan vasto que ningún mensaje puede mancharlo.

¿Cómo puede un copo de nieve existir en el rugiente fuego?

Aquí están las huellas de los patriarcas.

9. Regreso al origen. 

Desde el principio era puro. Sentado contempla el cambio de las cosas. “Con el regreso al fondo, al origen, el boyero lo ha completado todo”

Demasiados pasos han sido necesarios para volver a la raíz y la fuente.

¡Mejor haber estado ciego y sordo desde el principio!

Habitando la verdadera morada de cada uno, sin prestar atención al mundo exterior.

El río fluye tranquilamente y las flores son rojas. 

10. Vuelta al mercado. 

La puerta de la cabaña nadie podría descubrirla, está sepultada al igual que su naturaleza iluminada. A veces pasea por el mercado o visita las tabernas para hacer que los borrachos despierten a sí mismos.“

Entra en el mercado descalzo y con el pecho descubierto… Sin tener que humillarse obrando prodigios, de pronto hace florecer árboles marchitos”.

Descalzo y con el pecho desnudo, me mezclo con la gente del mundo.

Mis ropas están rotas y llenas de polvo, y me siento en un estado de perpetua bienaventuranza.

No utilizo ninguna magia para prolongar mi vida;

Ahora, frente a mí, los árboles muertos cobran vida.

Cuento Zen con poemas de Kakuan, maestro chino del s XII

doma del buey

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Kakuan Shien, SXII, fue un maestro chino zen de la escuela Rinzai, que escribió el poema de la Doma del Buey y los comentarios a su lectura.

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