Los draugar, los guerreros no-muertos de la tradición vikinga



En la mitología vikinga había una la leyenda de unos guerreros no muertos que viven en una tumba y que sólo mueren cuando se les decapita o se les quema.
Tal era la creencia popular y el temor a que un guerrero regresara tras la muerte, que para evitarlo, enterraban a los guerreros con la cabeza cortada y una estaca que atravesaba el pecho, y cuando no se podía, se les enterraba bajo muchas piedras muy pesadas.
Los draugar solían ser cadaveres de guerreros muy violentos, o brujas y magos con muchos poderes. Creían que su sed de venganza, sus ansias de poder, o la imposibilidad de haber llegado al Valhalla, hacía que regresaran de la muerte, y cuando el cuerpo se levantaba, llegaban a tener una fuerza sobrehumana, incluso podían atravesar superficies sólidas.
Otros draugar eran personas que habían sido asesinadas y no habían llegado al Valhalla.
Las leyendas cuentan que los draugar atacan por la noche. La mayoría de las veces sacan a sus víctimas de sus casas y drenan su energía. Luego al amanecer desaparecen o regresan a sus tumbas.
Los vikingos tenían mucho miedo de los muertos vivientes, tanto, que los rituales de enterramiento no eran sólo para ayudar a que el difunto llegara al Valhalla, sino sobre todo para que no regresara y atormentara a los vivos.
También idearon métodos para engañar a los muertos y que no encontraran el camino de regreso a casa. Los vikingos de Islandia conservaban este método, creaban un agujero en la casa por el que sacaban al cadáver, y luego tapiaban esta entrada.
Algunos cuentos antiguos europeos, sobre todo eslavos, hablan de la importancia de sacar el cadáver de un asesinado de una forma determinada para que el espíritu pudiera recuperar la vida de su cuerpo, volver y vengarse de quienes le habían hecho daño.