Horus, en la mitología egipcia, es el hijo de Osiris e Isis. Es un dios muy venerado, pues llegó a tener templos en todo el mediterráneo, y aun hoy día hay cultos y ritos en su nombre.
Luego de que su padre, Osiris, fuera asesinado por su hermano Seth, Isis logró resucitar a Osiris y juntos concibieron a Horus. Pero esta leyenda no finalizó aquí, sino que continuó en lo que vamos a contar.
Escapar de la persecución de Seth, y con un bebé no fue fácil, pero Isis tubo ayuda divina, entre otras ayudas, la planta de Romero, que se transformó en un manto azul que la ocultó y les protegió a madre e hijo.
Isis crio a Horus en secreto, pues siendo el legítimo heredero al trono, y con el odio de Seth hacia su hermano, su vida corría peligro. Horus creció con deseos de vengar a su padre y determinado a recuperar su trono, y cuando Horus tubo edad suficiente, comenzó una serie de batallas contra Seth.
En una lucha, Seth le arrancó a Horus su ojo, lo partió en seis trozos y lo arrojó lejos.
Toth, hermano de Seth, Osiris e Isis, había sido el maestro de Horus. Cuando vio a su sobrino sin el ojo, lo sustituyó con magia por el Udyat, un ojo mágico divino. Con el ojo divino, Horus logró acceder a gran sabiduría, el ojo también le proporcionaba protección y le permitía verlo todo.
Finalmente, Horus venció a Seth y gobernó llevó la paz sobre Egipto.
Los cuentos populares, las leyendas, las fábulas, la mitología…, son del pueblo.
Son narraciones que se han mantenidos vivas transmitiéndose oralmente, por las mismas personas del pueblo. Por ello no tienen dueño, sino que pertenecen a las gentes, a la folclore, a las distintas culturas, a todos.
En algún momento, alguien las escribe y las registra, a veces transformándolas, a veces las mantiene intactas, hasta ese momento, son voces, palabras, consejos, cosas que «decía mi abuelo que le contaba su madre…»