

Hace unos setenta años, Sir Rose Price solía perseguir una liebre cerca de Kerrow, en Zennor. Sus perros la llevaban corriendo hasta el pueblo, donde siempre escapaba metiéndose en un “bolt” (desagüe) que iba desde una charca hasta debajo de una casa, no muy lejos de la charca.
Finalmente, un día los cazadores cargaron sus armas para impedir que la liebre escapara por ese extraño camino. Cuando soltaron a la liebre, esta siguió el curso habitual, y uno de los guardias disparó, pero no la mató, porque la liebre subió al pueblo y entró en el bolt como de costumbre.
Sir Rose levantó el pestillo y, seguido por algunos otros, entró en la casa para pedir permiso para abrir el desagüe, cuando, ¡oh sorpresa! allí, sentada en el umbral de la chimenea, vieron a una vieja mujer de la casa, con la cabeza y la cara ensangrentadas, y el pelo todo revuelto.
A su lado, sobre el taburete de la chimenea, estaba sentado un enorme gato negro, con el lomo erizado y ojos como carbones encendidos, mostrando los dientes como si estuviera a punto de lanzarse sobre los intrusos, que huyeron rápidamente sin decir palabra, al ver que habían perseguido y disparado a una bruja.
Y ninguno de esos cazadores prosperó después. Al menos, así dice la leyenda.
Leyenda de Cornualles recopilada por William Bottrell en Storeis and Folk-lore of West Cornwall en 1880
William Bottrell (1816–1881) fue un folklorista y narrador originario de St. Levan, en Cornualles, Inglaterra. Realizó una gran labor recopilando leyendas, mitos y tradiciones orales de Cornualles durante el siglo XIX